16. Hemos sido
unidos a UNA ESPERANZA VIVA
Textos claves: (Col.1:27) (Is.60:1,2)
UNIDOS CON CRISTO
Nuestra unión con
Cristo es la unión con el poder de su resurrección. La justicia de Cristo se nos
ha imputado a nosotros, los que creemos en aquel que se levantó de los muertos y
ahora podemos conocerle, experimentar el poder de su resurrección, participar de
sus padecimientos, identificarnos con su muerte, y llegar a la esperanza
gloriosa de su resurrección. “Y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es
por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin
de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus
padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,
si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos”
(Fil.3:9-11).
El mismo poder de
resurrección que levantó a Jesús de los muertos y le sentó a la diestra de Dios
en “los lugares celestiales”, es el mismo que está operando en el creyente hoy.
“Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis
cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la
gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente
grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación
del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole
de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales”
(Ef.1:18-20). En el
ámbito espiritual nosotros también hemos sido levantados con Cristo. Además, un
día, ese mismo poder de resurrección, que habita en nosotros, transformará
el cuerpo de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria.
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará
el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la
gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas
las cosas” (Fil.3:20-21).
Y entraremos en la plenitud.
RESULTADOS DE ESA
UNION
1. Tenemos una
esperanza de gloria. “A
quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio
entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”
(Col.1:27). Esa
esperanza está ligada a Jesús. Nuestra esperanza es Jesús mismo. Nuestro
presente y futuro dependen de él. Estamos unidos a una esperanza de gloria por
toda la eternidad. Meditemos en algunos aspectos de esta esperanza que nos ha
sido dada.
- Es una esperanza de ciudadanía (patria o comunidad) celestial. “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Fil.3:20). “El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial” (1 Co.15:47-49). Somos peregrinos en esta tierra. “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 P.2:11). “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios... Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Heb.11:8-10,13-16).
- Es una esperanza viva. “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” (1P.1:3). Esa esperanza está unida a una Persona viva. Nuestra esperanza nunca morirá, puesto que es el mismo Cristo en nosotros la esperanza de gloria.
- Es una esperanza de gloria eterna. “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1P.5:10).
- Es una esperanza de semejanza a Cristo. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Jn.3:1-3). “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Ro.8:29). “El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial” (1 Co.15:47-49). Esta semejanza se inicia en el nuevo nacimiento y llegará hasta el día de la manifestación de Jesús en gloria. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2Co.3:18). “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil.1:6). “Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Col.3:10).
- Es una esperanza de transformación o resurrección. “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1Ts.4:13-18). De transformación para los creyentes que vivan en este mundo a la llegada del Señor; y de resurrección para todos los muertos en Cristo. “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Co.15:22).
- Es una esperanza de plenitud. “Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios... hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef.3:19 y 4:13). El hombre nuevo, el renacido, va desarrollándose y creciendo hasta desembocar en la plenitud de Cristo. Es como los ríos que van a parar a la inmensidad del océano. Todos los enemigos irán siendo sometidos a Cristo; entonces Cristo se someterá al Padre, para que Dios sea todo en todos. “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (1 Co.15:23-28).
Este es el
verdadero sentido de la vida. La verdadera esperanza que debe motivarnos,
animarnos e impulsarnos hacia una vida de consagración y de fusión plena en
Cristo. Porque es imposible que Dios mienta, por eso: “... Seamos grandemente
animados los que hemos huido para refugiarnos, echando mano de la esperanza
puesta delante de nosotros, la cual tenemos como ancla del alma, una
esperanza segura y firme...” (Heb.6:18-20).
CONSECUENCIAS
En Cristo hemos
sido unidos a una esperanza de gloria eterna. Una esperanza que debe hacernos
levantar para resplandecer en medio de los tiempos en que vivimos.
“Levántate, resplandece;
porque ha venido tu luz, y la gloria de JHWH ha nacido sobre ti.
Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las
naciones; mas sobre ti amanecerá JHWH, y sobre ti será vista su
gloria” (Isaías,
60:1-2).
Virgilio Zaballos -
ESPAÑA
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