LIBERTAD ANTE EL
TRONO DE DIOS
“Así que, hermanos,
mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar
Santísimo.20Por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través
de la cortina, es decir, a través de Su cuerpo; 21y tenemos además un
gran sacerdote al frente de la familia de Dios. 22Acerquémosnos,
pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe,
interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con
agua pura”.
Hebreos 10:19-22 (NVI)
Antes yo huía de
Dios, en vergüenza y temor y con falsas disculpas. Ahora puedo por medio de la
sangre de Jesús, quiere decirse, por Su obra en la cruz, venir ante el trono de
Dios con plena libertad. No con arrogancia, sino libremente. Puedo hacerlo con
la natural libertad de un niño. El niño tiene respeto a su padre, no está en el
mismo plano del padre, pero se siente confiado, alegre y libre y puede tener
trato o relación con su padre.
En la vida laboral
los empleados tienen respeto por su jefe, y los hijos del jefe se
entrometen en la reunión que celebran. Ellos no tienen miedo. Necesitan llaves,
comida o paga semanal y no tienen miedo de interrumpir y pedir lo que necesitan.
Es lo mismo ante el Trono divino. Dios, nuestro Padre, interrumpe
cualquier reunión importante en el cielo para darnos lo que necesitamos, puesto
que tenemos una posición justa delante de Él. Hemos sido justificados y hemos
adquirido los privilegios de hijos. Es una posición increíble la que hemos
adquirido por medio de Jesús. No llevamos más el sentimiento derivado de la
culpa. No actuamos por miedo. Ya no tenemos más una conciencia que nos corroe
dolorosamente. Limpios en la sangre de Jesús, cuando confesamos nuestro pecado,
podemos acercarnos al Trono de la gracia. Dios nos ama. Dios nos recibe, Él no
tiene en cuenta montones de cosas contra nosotros. Dios está por nosotros.
Cuando venimos en el nombre de Jesús, es igual que si viniera el mismo Jesús.
Nosotros estamos en Él. Él está en nosotros, y cuando el Padre nos ve, Él ve a
Jesús. Nosotros no somos Jesús, estamos en Jesús. Somos miembros de Su cuerpo y
pámpanos en la Vid. Esto nos imparte una gloriosa libertad y comunión con Dios,
y a la vez el agradecimiento y anhelo de agradarle brota hacia fuera desde
nuestro interior.
Ulf Ekman
ORACIÓN: Gracias
oh Dios, porque has hecho posible para mí que por medio de la sangre de Jesús
pueda acercarme a tu Trono para recibir toda gracia y toda la ayuda que
necesito. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!