jueves, 24 de mayo de 2012

DEVOCIONAL 23 DE MAYO



A ROMA


“Se había perdido mucho tiempo, y era peligrosa la navegación por haber pasado ya la fiesta del ayuno. Así que Pablo les advirtió: 10Señores, veo que nuestro viaje va a ser desastroso y que va causar mucho perjuicio tanto para el barco y su carga como para nuestras propias vidas”.

Hechos 27:9-10


El siervo de Dios como preso suponía una carga liviana. Aunque entre los creyentes fuera apreciado y respetado, en el barco que los transportaba era un prisionero más entre otros presos. Sin embargo él hablaba. Vio el peligro en el Espíritu y lo dijo, escucharan, o no quisieran escuchar. Los oficiales, responsables de los presos, tuvieron en cuenta la experiencia humana del capitán. Una mayoría de la tripulación decidió continuar el viaje, querían llegar a casa. Las circunstancias parecían favorables, soplaba una suave brisa. Pero aún así, todo iba mal.

A veces es así. A la palabra de Dios dicha por sus siervos se le hace caso omiso o se invalida comparándola con la experiencia, circunstancias favorables o el voto de la mayoría. Cuando llega la tormenta se deja todo a un lado. Durante varias semanas navegaron a la deriva. Todo el lastre se lanzó por la borda. Toda la dotación del barco se tiró al mar. La comida fue racionada. Todos procuraron solamente poder sobrevivir. Al final, toda esperanza de rescate se desvaneció. Entonces llegó el rescate. No llegó de tierra, sino del cielo. Un ángel vino a Pablo. Dios había dicho que se presentaría delante del César, y Dios mantiene Su palabra. Por causa de que el evangelio tenía que llegar al César y Pablo debía exponérselo, Pablo fue rescatado y todos los que con él estaban. Por su causa todos fueron rescatados. Al momento todos querían escuchar al que debían haber escuchado antes. ¿Por qué? Porque él tenía relación con Dios. Él les dijo que deberían haberle escuchado antes, pero Pablo no tenía una buena posición que ofrecerles. Ahora hizo lo que sabía y todos llegaron a tierra sanos y salvos, aunque el barco, se perdió. Si le hubieran escuchado la primera vez el barco no se hubiera perdido.


Ulf Ekman


ORACIÓN: Señor, ayúdame para escucharte inmediatamente, de tal forma que pueda evitar perder mi avituallamiento. Gracias porque Tú siempre avisas, cuidas y guías. En el Nombre de Jesús. ¡AMÉN!

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