sábado, 12 de mayo de 2012

DEVOCIONAL DÍA 11 DEMAYO



ANANÍAS Y SAFIRA


Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, 2y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles”.


Hechos 5:1-2


La gloria y el poder de Dios operaban poderosamente en y a través de la iglesia, pero también en los juicios divinos. A menudo pasamos por algo estos versículos respecto a esta trágica pareja. Murieron en pleno avivamiento. Esto no significa que no vayan al cielo, pero su paso por esta vida quedó interrumpido ¿Por qué? Porque no fueron sinceros. Todos podemos serlo, piensas tú. Tal vez, pero en esta ocasión fue distinto. El Señor no exige que seamos perfectos, pero sí que seamos incondicionales. Todos podemos cometer errores, juzgar equivocadamente, equivocar el camino, pero aquí se trata de otra cosa. El corazón no era recto. Estaban imitando el comportamiento de otros.

Muchos dan de su propiedad a la iglesia desde corazones devotos y entregados. Tal vez Ananías y Safira tenían una reputada posición y creían que su donativo les afianzaría más en ella. Su pecado no consistía en no entregar la totalidad. Su pecado fue simular que entregaban todo y ponerse de acuerdo en mentir. Que pareciera que daban todo. Este pecado, que hubiera dañado a la congregación internamente si se hubiera permitido, fue descubierto. Cuando fue expuesto y más aún de forma sobrenatural, vino un gran temor sobre toda la congregación. El Señor es muy meticuloso con Su Iglesia. La santidad como estilo de vida es muy necesaria. Todos podemos pecar, por eso tenemos a Jesús y Su perdón, pero aceptar el pecado como estilo de vida y conscientemente introducirlo en la congregación y hasta tal vez pretender darle cabida, esto trae consecuencias catastróficas, tanto para el Cuerpo de Cristo como para el creyente individualmente.


Ulf Ekman


ORACIÓN: Gracias Señor, porque Tú ves dentro de mi corazón y juzgas mis motivos. Dame un corazón limpio para que pueda tener un espíritu recto. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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