miércoles, 11 de julio de 2012

17. Una panorámica global (1 parte)

17. Una panorámica global (1 parte)

Textos claves: (Sal.73:25,28) (Is.60:1,2) (Ro.14:7,8)

UNIDOS CON CRISTO

A lo largo de estas lecciones hemos ido viendo la profundidad y amplitud de nuestra unión con Cristo. En estas dos últimas haremos un repaso que nos sirva de resumen. No hemos pretendido que sea la totalidad de esa unión, puesto que en él reside toda la plenitud de la Deidad, sino como una introducción a la inmensidad y profundidad de nuestra unión con Cristo. La mística del creyente con Su Señor es una fuente inagotable de meditación y vida que puede llevarnos a nuevas alturas nunca antes exploradas. Este resumen puede servirnos como pequeña guía en nuestro recorrido.

Somos un espíritu con él. “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él” (1 Co.6:17).


Unidos en su crucifixión. “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Ro.6:6) (Gá.2:20).


Unidos en su muerte. “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” (Ro.6:3).


Unidos en su sepultura. “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Ro.6:4).


Unidos en su resurrección. “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (Ro.6:5). “Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos” (Col.2:12).


Unidos en su exaltación. “Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Ef.2:6).


Unidos con la justicia. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Co.5:21).


Tenemos la mente de Cristo y él habla en nosotros. “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Co.2:16). “Pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros” (2 Co.13:3).


Podemos andar como el anduvo. “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él” (Col.2:6). El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Jn.2:6).

Somos como él en este mundo. “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo” (1 Jn.4:17).


Nadie nos puede separar de Jesús. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn.10:27-29). Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro.8:38-39).


Unidos con su gloria, vestidos en él. Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gá.3:27). “En gran manera me gozaré en JHWH, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas” (Is.61:10).


Unidos con el Padre. “Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre(Ef.2:18). En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros” (Jn.14:20).


Unidos a la herencia. “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (Ro.8:17).


Unidos a la bendición de Dios. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef.1:3).


Unidos a Israel. “Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado entre ellas (LBLA), y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti” (Ro.11:16-18).


Unidos con la divinidad. “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col.2:9). “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Col.3:2,3).


Unidos a la vida y la muerte.Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal” (2 Co.4:10-11).


Unidos con la capacidad de tomar decisiones. “Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo” (2 Co.2:10).


Unidos con la palabra vivificada por el Espíritu. “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn.6:63). “El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Co. 3:6).


Unidos con el poder de su resurrección. “Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Fil.3:9,10). “Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Ef.1:18-20).


La revelación de esta unión puede transformar la vida de cualquier persona, en cualquier circunstancia y en cualquier lugar de este mundo.


Virgilio Zaballos - ESPAÑA

viernes, 6 de julio de 2012

16. Hemos sido unidos a UNA ESPERANZA VIVA

16. Hemos sido unidos a UNA ESPERANZA VIVA

Textos claves: (Col.1:27) (Is.60:1,2)


UNIDOS CON CRISTO

Nuestra unión con Cristo es la unión con el poder de su resurrección. La justicia de Cristo se nos ha imputado a nosotros, los que creemos en aquel que se levantó de los muertos y ahora podemos conocerle, experimentar el poder de su resurrección, participar de sus padecimientos, identificarnos con su muerte, y llegar a la esperanza gloriosa de su resurrección. “Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos” (Fil.3:9-11).

El mismo poder de resurrección que levantó a Jesús de los muertos y le sentó a la diestra de Dios en “los lugares celestiales”, es el mismo que está operando en el creyente hoy. “Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Ef.1:18-20). En el ámbito espiritual nosotros también hemos sido levantados con Cristo. Además, un día, ese mismo poder de resurrección, que habita en nosotros, transformará el cuerpo de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria. “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Fil.3:20-21). Y entraremos en la plenitud.

RESULTADOS DE ESA UNION

1. Tenemos una esperanza de gloria.A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria(Col.1:27). Esa esperanza está ligada a Jesús. Nuestra esperanza es Jesús mismo. Nuestro presente y futuro dependen de él. Estamos unidos a una esperanza de gloria por toda la eternidad. Meditemos en algunos aspectos de esta esperanza que nos ha sido dada.


  • Es una esperanza de ciudadanía (patria o comunidad) celestial. “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Fil.3:20). “El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial” (1 Co.15:47-49). Somos peregrinos en esta tierra. “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 P.2:11). “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios... Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad (Heb.11:8-10,13-16).


  • Es una esperanza viva.Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” (1P.1:3). Esa esperanza está unida a una Persona viva. Nuestra esperanza nunca morirá, puesto que es el mismo Cristo en nosotros la esperanza de gloria.


  • Es una esperanza de gloria eterna.Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1P.5:10).


  • Es una esperanza de semejanza a Cristo.Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Jn.3:1-3). “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Ro.8:29). “El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial” (1 Co.15:47-49). Esta semejanza se inicia en el nuevo nacimiento y llegará hasta el día de la manifestación de Jesús en gloria. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2Co.3:18). “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil.1:6). “Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Col.3:10).


  • Es una esperanza de transformación o resurrección.Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1Ts.4:13-18). De transformación para los creyentes que vivan en este mundo a la llegada del Señor; y de resurrección para todos los muertos en Cristo. “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Co.15:22).


  • Es una esperanza de plenitud.Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios... hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo(Ef.3:19 y 4:13). El hombre nuevo, el renacido, va desarrollándose y creciendo hasta desembocar en la plenitud de Cristo. Es como los ríos que van a parar a la inmensidad del océano. Todos los enemigos irán siendo sometidos a Cristo; entonces Cristo se someterá al Padre, para que Dios sea todo en todos. “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos(1 Co.15:23-28).


Este es el verdadero sentido de la vida. La verdadera esperanza que debe motivarnos, animarnos e impulsarnos hacia una vida de consagración y de fusión plena en Cristo. Porque es imposible que Dios mienta, por eso: “... Seamos grandemente animados los que hemos huido para refugiarnos, echando mano de la esperanza puesta delante de nosotros, la cual tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme...” (Heb.6:18-20).

CONSECUENCIAS

En Cristo hemos sido unidos a una esperanza de gloria eterna. Una esperanza que debe hacernos levantar para resplandecer en medio de los tiempos en que vivimos. “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de JHWH ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá JHWH, y sobre ti será vista su gloria” (Isaías, 60:1-2).

Virgilio Zaballos - ESPAÑA

miércoles, 4 de julio de 2012

15. Una verdadera VIDA DE LIBERTAD

15. Una verdadera VIDA DE LIBERTAD
Textos claves: (Gá.2:3-5 y 5:1,13) (Jn.8:31-32) (Is.60:1,2)

UNIDOS CON CRISTO

Nuestra unión con Cristo tiene que ver con la asimilación de Su palabra. No hay separación entre Jesús y Su palabra. Él es el Verbo (la palabra) hecho carne. La sabiduría expresada en obras. Él dijo: “Si alguno me ama, guardará mi palabra” (Jn.14:23 LBLA). Nuestra unión con Jesús es la unión con el Espíritu de la palabra. No con la letra muerta o el dogma seco, si no con el Espíritu que da vida y la palabra que nos vivifica. “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida... Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn.6:63,68). “El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica (2 Co.3:6). En esa palabra vivificada debemos permanecer, y conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres. “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres(Jn.8:31-32).

RESULTADOS DE ESA UNION

1. Somos hechos libres.Y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud... Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud... Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gá.2:4; 5:1,13). La libertad no es una meta para el cristiano, la libertad es un estado de posición en Cristo. El nuevo hombre ha sido hecho libre, ha nacido en libertad y para la libertad. Veamos algunas otras verdades que se derivan de este hecho.


  • Somos libres de religiosidad.Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros(Gá.2:3-5).


  • Podemos ser engañados y vivir en esclavitud religiosa, aunque seamos libres. Hay que mantenerse firmes.Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gá.5:1). Los gálatas habían sido llamados a vivir en la libertad de Jesús y sin embargo, cayeron en el yugo de regresar a las obras de la ley y un sistema religioso para alcanzar la salvación. Esa misma esclavitud pretende siempre atar al cristiano vivo y libre en Cristo, por ello es necesario mantenerse firme en la libertad y no someterse a la esclavitud de un sistema religioso.


  • La libertad puede usarse mal y confundirla con deseos carnales.Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gá.5:13). A pesar de posibles malos ejemplos, la verdad de nuestra libertad en Cristo no cambia. La libertad no hace mal al prójimo, sino que le sirve por amor.


  • Tenemos libertad para acceder a Dios en plena confianza. “…En Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él” (Ef.3:11,12). “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10:19-22). “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). Podemos disfrutar de comunión íntima con el Señor. Recuerda, somos un espíritu con él.


  • Somos libres del dominio de las tinieblas.El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Col.1:13).


  • Hemos sido liberados de la ira venidera.El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Jn.3:36). “Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Ts.1:9,10).


  • Hemos sido liberados del temor a la muerte Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre(Hebreos 2:14,15). Y librados de cualquier otro temor. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Ti.1:7).


  • Tenemos libertad de casarnos con quién queramos, solo que en el Señor.La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor(1 Co.7:39). Dios nos da libertad para escoger nuestra pareja con la condición de no unirnos en yugo desigual con los incrédulos (2 Corintios 6:14-17), sino escoger sabiamente, según los principios de Su Reino, con la base esencial de que sea “en el Señor”. Todo lo que hacemos lo hacemos unidos a Cristo nuestro Señor y esa unión tiene también repercusión al unirnos en matrimonio.


Hay muchísimas otras áreas que se podrían mencionar, pero el Espíritu Santo nos va llevando día a día a las diversas dimensiones de libertad, y al buen uso de ella. Por el conocimiento de la verdad vamos extendiéndonos en una amplitud de movimientos que Dios nos ha dado para movernos en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).


CONSECUENCIAS

Nuestra unión con Cristo es la unión con una vida de libertad en el Espíritu Santo. Por eso, podemos levantarnos y resplandecer en libertad sobre la religiosidad, los engaños, el dominio de las tinieblas y el temor de la muerte (Is.60:1,2). Podemos acercarnos a Dios con confianza, habiendo escapado de la ira venidera.


Virgilio Zaballos - ESPAÑA

lunes, 2 de julio de 2012

14. Una fuente continúa de REVELACIÓN Y VIDA

14. Una fuente continúa de REVELACIÓN Y VIDA

Textos claves: (Fil.3:7-1O) (Col.2:1-3) (Is.60:1,2)


UNIDOS CON CRISTO

Nuestra unión con Cristo es tan real que él habla y se expresa a través de nosotros. “Pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros(2 Co.13:3). Esto que parecería una exageración, es sin embargo, lo normal en una unión como la que el creyente vive con Cristo. “El que se une al Señor es un espíritu con él” (1 Co.6:17). “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Jn.2:6). Los gálatas lo entendieron así cuando les fue predicado el evangelio por el apóstol Pablo. “Me recibisteis como un ángel de Dios, como a Cristo Jesús mismo” (Gá.4:14).

RESULTADOS DE ESA UNIÓN

Desde que el hombre perdió la comunión con el Creador, por el pecado, se han hecho toda clase de intentos por regresar a Dios, conocerle, saber dónde está. Sin embargo, “a Dios nadie le ha visto, el Unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer” (Jn.1:18). Necesitamos, por tanto, identificar al Cristo, el Mesías, y para ello es preciso recibir revelación. Dios se revela a sí mismo a través de Jesús. “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2Co.4:6). ¿Cómo viene esa revelación?

  • Por el llamamiento soberano de Dios.
  • Por su gracia. “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo... Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre” (Gá.1:11, 12, 15,16). “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Ef.1:4-6).

Un ejemplo de revelación de la Persona de Jesús lo encontramos en la vida del apóstol Pedro. “Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo, 16:15-17).

Estamos unidos a Cristo por obra de Dios. “Mas por él (Dios) estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Co.1:30). Y de esa unión brota una fuente continua de revelación.

Una fuente continúa de revelación y vida. En Cristo encontramos la perla de gran precio, y a partir de ahí una vida más excelente. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Fil.3:7-10). “Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col.2:1-3).


De esta verdad se derivan otras, veamos algunas.


  • Un mejor conocimiento de Cristo que libera sus recursos en nosotros. Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él(Ef.1:17). “Para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús (Filemón, 6).


  • Conocemos su voluntad para nuestras vidas. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro.12:2). “... Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo...” (Ef.1:9).


  • Encontramos el sentido de la vida.Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor(Ef.5:15-17).


  • Revelación del misterio de Cristo: Su cuerpo.Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio(Ef.3:1-6). “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad (1 Ti.3:14,15). Y su misión en el mundo. “Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales” (Ef.3:10). “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1P.2:9,10).


  • El conocimiento del verdadero Dios y la vida eterna.Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Jn.5:20). Cristo en nosotros es una fuente continua de descubrimientos que nos llevan a una vida de plenitud. Una verdadera “buena-aventura” que nos hace navegar por buen rumbo y que nos transporta al cielo.


CONSECUENC1AS

Nuestra unión con Cristo nos trae revelación y conocimiento en todo lo necesario, y nos hace levantar por encima de todo engaño y mentira que nos rodea. (Is.60:1,2). Podemos levantarnos en una vida confiada porque el que vive en nosotros es mayor que el que está en el mundo. “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Jn.4:4).


Virgilio Zaballos - ESPAÑA

viernes, 29 de junio de 2012

13. Hemos sido ACEPTADOS POR DIOS

13. Hemos sido ACEPTADOS POR DIOS
Textos claves: (Jn.3:16) (Ef.1:6) (Is.60:1)


UNIDOS CON CRISTO

Nuestra unión con Cristo nos habla de amor y aceptación. Jamás podríamos haber experimentado está fusión profunda con la Divinidad sino hubiéramos sido amados y aceptados en él. “Porque de tal manera amó Dios al mundo (la totalidad de seres humanos), que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel (en particular y personal) que cree en él, no se pierda (en el vacío, el anonimato y el “sin-sentido” de este mundo), mas tenga vida eterna” (en unión con Jesús, el autor de la vida). La verdad y realidad de Cristo en nosotros nos habla de aceptación.

RESULTADOS DE ESA UNION

1. Hemos sido aceptados por Dios (Ef.1:6). Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”. Dios nos ha aceptado sólo por gracia, sin condiciones previas. Cuando nos volvemos a él, a través de Jesús, nos recibe sin preguntar de dónde venimos, que hemos hecho, o por qué hemos tardado tanto. Antes de decir ni una sola palabra, el Padre nos ve venir. Su corazón se mueve en compasión y misericordia. Sus pies corren hacia nosotros. Sus brazos nos envuelven. Su boca nos besa una y otra vez. “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (Lc.15:20). Nosotros venimos cargados de sentimientos de culpabilidad y condenación. “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno...” (Lc.15:21). Pero las primeras palabras del Padre son de plena aceptación. Él nos recibe y nos introduce a la abundancia y dignidad de su casa. “Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse” (Lc.15:22-24).

Esta es una figura maravillosa de que hemos sido aceptados y amados por Dios, sin condiciones, sólo por gracia. Esta verdad, recibida en nuestro corazón, nos conduce a otras verdades liberadoras.


  • Debemos aceptarnos a nosotros mismos. Debemos hacerlo desde la perspectiva de hombres nuevos en Cristo. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Ro.8:1). “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Marcos 12:30-31).


  • Debemos aceptar a los demás y amarlos sin condiciones, sólo por gracia.Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios... Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo” (Ro.15:7 y 16:1,2).

La misma base sobre la que nosotros hemos sido aceptados y perdonados. “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas” (Mr.11:25,26). Aquí es donde tenemos verdaderos problemas. Observa la actitud del hermano mayor del hijo pródigo. “Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado” (Lc.15:25-32).

Ser aceptados por Dios en la misma familia no tiene que ver con condiciones doctrinales, o con ciertas formas de personalidad, condición social o ausencia de manías. Sólo tiene que ver con la gracia de Dios. “Recibidle, pues, en el Señor, con todo gozo, y tened en estima a los que son como él” (Fil.2:29). “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros” (1 Ts.5:12,13).

Si hemos recibido y experimentado su gracia, entonces nos resultará normal aceptarnos a nosotros mismos y también a los demás.


CONSECUENCIAS

Nuestra unión con Cristo es una garantía de haber sido aceptados por Dios. Podemos levantarnos en una vida libre de complejos, condenación y culpabilidad (Is.60:1). Hemos sido redimidos. “Yo JHWH vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar con el rostro erguido(Lv.26:13).

Virgilio Zaballos - ESPAÑA