DEVOCIONAL DÍA 15 DE MAYO

FELIPE EN SAMARIA

“Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. ⁶Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía”.

Hechos 8:5-6

Felipe era un diácono que pasó a ser un evangelista. El diácono Esteban era otro ejemplo de lo mismo. Estaba lleno del Espíritu Santo e hizo milagros y maravillas. Este ministerio no era exclusivo de los apóstoles. Jesús había dicho: los que creyeren, en mi Nombre echarán fuera demonios y sanarán a los enfermos. Ahora llega Felipe a la ciudad de Samaria donde el pueblo estaba dispuesto para oír el evangelio. La ocasión, el momento y la necesidad le convirtieron en evangelista. Él vio la necesidad y la acometió. Había sido fiel en lo poco y ahora era puesto sobre más. Había entrado en su verdadero llamamiento. Pero ahora, su llamamiento o título no era lo importante, sino la necesidad de la ciudad. Hay cristianos que están tan preocupados en saber en qué consiste su ministerio que se olvidan de ministrar. Están obcecados y piensan que el ministerio es una clase de escalafón espiritual. No, el ministerio es una entrega para levantar a otros, no para luchar a fin de ser levantado.

Felipe predicó a Cristo. Predicó el evangelio del reino de Dios y en el Nombre de Jesucristo (Hechos 8:12). No se predicó a sí mismo, a su denominación, o sus experiencias. Él predicó a Cristo. El Espíritu Santo confirma siempre el evangelio de Jesús. Muchos creyeron y fueron sanos y liberados. Grandes señales fueron hechas, muchos paralíticos y cojos empezaron a andar y había un gran gozo en aquella ciudad. Gozo es el resultado inmediato del evangelio. La gente se goza por lo que oye y por lo que ve (Hechos 8:7). Se produce una gran alegría y gozo cuando el poder de Dios sana a la gente.

Ulf Ekman

ORACIÓN: Gracias Señor que Tú quieres dar una gran alegría a las ciudades y también a la mía. Ayuda a los predicadores en mi ciudad a predicar de forma que sucedan milagros y el gozo aumente. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!