SANTA
ESPERA
“He aquí, yo
enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la
ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder de lo
alto”.
Lucas 24:49
Desde la mañana de
la resurrección hasta Su ascensión, Jesús estuvo enseñando acerca del reino de
Dios. Los discípulos deben haber sido los seres más aturdidos del mundo. Aún
así, no tenían idea de lo que les esperaba. Los cambios fueron muy bruscos; de
la más profunda desesperación a la precipitada alegría celestial. Los
sentimientos oscilaban entre el temor y el coraje, entre la huída y la
disposición para continuar adelante. Pedro se volvió a pescar, pero cuando Dios
le llamó para seguir adelante ya no funcionaba volver al pasado.
No sabemos lo que
los otros discípulos pensaban realmente, aunque Jesús reprendió a algunos de
ellos por su incredulidad. Él literalmente trató de inculcar la resurrección en
ellos. Fue a través de la Escritura, libro por libro, mostrándoles todo lo que
estaba escrito de Él, de Su muerte, resurrección y ascensión.
Y ahora les había
dejado otra vez, y les dice que esperen. Todo debía madurar, que el tiempo
pusiera todo en su lugar y que se preparasen para el próximo paso. Y los
discípulos también debían aprender a esperar. Había que hacer solamente una cosa
y no todos lo hicieron. Eran más de 500 los que le habían visto
resucitado y sólo 120 los que esperaron orando en el Aposento Alto, aunque
fueron suficientes. Realmente no sabían muy bien lo que iba a acontecer, solo
que Jesús les enviaría ayuda. Y la ayuda, fue el Ayudador, el Espíritu Santo.
O sea, sigue orando hasta que la respuesta llegue.
Ulf
Ekman
ORACIÓN: Señor,
cuando nada ayuda, esto nos ayuda a orar. Cuando parece que nada sucede, sucede
en la oración. Gracias porque Tú siempre contestas cuando oramos. En el Nombre
de Jesús ¡AMÉN!
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