lunes, 14 de mayo de 2012

DEVOCIONAL DÍA 12 DE MAYO



DE CAMINO A DAMASCO


“Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; 4y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”.


Hechos 9:3-4


En el principio del cristianismo este era el cristianismo del arrepentimiento no el cristianismo cultural. Uno no se hace cristiano por medio de un proceso largo de adaptación. Incluso para los que han nacido en un contexto cristiano ha existido una ocasión, sea o no consciente de ello, cuando han pasado de muerte a vida. Saulo era en muy alto grado consciente de ese momento personal. Después, durante su vida, dijo que él era un ejemplo para todos los creyentes. Ahí también estaba incluida su conversión. Del arrepentimiento todos hablaron: Juan el Bautista, Jesús, Pablo y los demás apóstoles. Arrepentirse es rendirse a Jesús

Todos tenemos un camino de Damasco. Todos tenemos que venir ante la Luz verdadera de Dios. O nos humillamos o nos endurecemos. Retornamos o huimos. Reconocemos o negamos. Es nuestro tiempo de visitación; Jesús nos está hablando y todo lo que nosotros nos reservamos, nuestras propias muletas hechas con nuestras manos; nuestro orgullo, nuestra propia justicia y nuestras propias fuerzas se colapsan. Dios saca a luz todo ello y revela la propia condición de nuestro corazón, sus motivos e intenciones egoístas. No es un espectáculo agradable. Antes de todo ello, la espada del Espíritu habrá enterrado su punta en el corazón, y ahora está abierto totalmente. Ya no podemos huir.

Saulo presenta dos preguntas que cambiaron su vida para siempre y la de toda la historia del cristianismo: ¿Quién eres, Señor?”....” ¿Qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:5-6). Pabló cayó de rodillas, se rindió, abdicó del trono de su propio corazón cuando respondió:”Señor”. Pablo murió a sí mismo y a su pecado. Sin arrepentimiento no hay verdadera fe. Sin arrepentimiento ningún verdadero poder. Sin muerte ninguna vida resucitada.

Ulf Ekman


ORACIÓN: Gracias Señor, porque viniste a mí y me elegiste, me diste la posibilidad y la gracia de poder rendirme ante ti y arrepentirme. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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