Textos claves:
(Gá.1:13,14) (Ef.1:3) (Is.60:1)
UNIDOS CON
CRISTO
Nuestra unión con
Cristo es la unión con Dios como Padre, y por tanto, herederos de Él. Nuestra
unión con Cristo es también la unión con la bendición de Dios. Somos hechos
hijos benditos del Padre. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos
bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”
(Ef.1:3)
“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para
vosotros desde la fundación del mundo” (Mt.25:34). El hijo
pródigo fue unido con el Padre, devuelto a la casa, vestido con la dignidad de
hijo y autorizado para heredar (Lc.15:20-24).
RESULTADOS DE ESA
UNION
1. Hemos sido
redimidos de la maldición. “Cristo
nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está
escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en
Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por
la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gá. 3:13,14).
Jesús es nuestro substituto, él fue hecho maldición, para que nosotros seamos
hechos bendición completa, bendecidos con toda bendición espiritual en Cristo
(Ef.1:3). Nadie nos puede maldecir con éxito, la maldición no nos alcanzara
porque hemos sido bendecidos por Dios. Esta verdad la encontramos en el episodio
cuando el rey Balac contrató al profeta Balaán para maldecir a Israel.
Recordemos que hemos sido injertados en los pactos y promesas dadas a Israel a
través del Mesías. Así está escrito: “Entonces dijo Dios a Balaán: No vayas con ellos, ni maldigas al
pueblo, porque bendito es... ¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo? ¿Y
por qué he de execrar al que JHWH no ha execrado?... Dios no es hombre, para que
mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y
no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; Él dio bendición, y no
podré revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en
Israel. JHWH su Dios está con él, y júbilo de rey en él. Dios los ha sacado de
Egipto; tiene fuerzas como de búfalo. Porque contra Jacob no hay agüero, ni
adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que
ha hecho Dios!” (Nm.22:12;
23:8,19-23).
El apóstol de los
gentiles lo expresa así en Ro. 8:28,31-39. “Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a
los que conforme a su propósito son llamados... ¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a
su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de
Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es
el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra
de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará
del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti
somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en
todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
De este hecho se
derivan otras verdades que relacionamos a continuación.
- Somos libres de la maldición del pecado. “En quien (Jesús) tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Ef.1:7). “En quien (Jesús) tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Col.1:14). Hemos sido perdonados. “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef.4:32). Libres de la maldición de practicar el pecado. “Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Jn.3:6-9). Significa también que somos guardados de pecar y del maligno. “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca” (1 Jn.5:18).
- Libres de la vana manera de vivir heredada de los padres. “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro, 1:18-19).
- Libres de las contaminaciones (maldiciones) que hay en el mundo. “Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia... Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error” (2P.1:4 y 2:18).
- La redención incluye sanidad. Somos bendecidos con salud. “Quien (Jesús) llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1P.2:24). “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan, 2).
- Libres de las acusaciones de la Ley. “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Col. 2:14). “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Ro.7:4-6).
- Libres de la maldición de la esterilidad en cualquiera de sus formas. “No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días” (Ex.23:26). “Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho JHWH. Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas” (Is.54:1,2). Somos hechos fecundos. Una de las palabras hebreas para alabanza, usada en el Antiguo Testamento es Barak, que significa: declarar a Dios como fuente de poder para alcanzar el triunfo, el bienestar, la fertilidad.
Todo ello, y mucho
más, se deriva del Pacto que Dios ha hecho con nosotros en Cristo. El hecho de
que en muchas ocasiones no vivamos al nivel de estas verdades no significa que
no debamos creerlo y esperarlo. El testimonio de Dios es firme aunque nuestras
experiencias sean distintas. El pueblo de Israel tampoco vivió en ciertos
periodos de su historia al nivel del Pacto de Dios. Por otro lado, hay personas
muy osadas que hacen de la vida cristiana una búsqueda única de los beneficios,
como si Dios fuera un Centro Comercial. Me doy cuenta que el diablo ha sembrado
mucha cizaña en la verdad de Dios, a pesar de ello, el trigo de Su Palabra sigue
alimentando nuestra esperanza en Él.
CONSECUENCIAS
En Cristo, podemos
levantarnos en fe para tomar posesión de nuestra herencia de bendición en
cada área de nuestra vida. “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de
JHWH ha nacido sobre ti” (Is.60:1). “Hay
bendiciones sobre la cabeza del justo” (Pr.10:6). Esa bendición debe fluir hacia
otros también a través de nosotros. Hemos sido hechos benditos para ser de
bendición en nuestra familia, ciudad, país, etc.
Virgilio Zaballos -
ESPAÑA
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