sábado, 2 de junio de 2012

DEVOCIONAL DÍA 30 DE MAYO



REDIMIDOS POR SU MUERTE


“Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 6 quien dio Su vida como rescate por todos. Este testimonio Dios lo ha dado a su debido tiempo”.


1ªTimoteo 2: 5-6 (NVI)


La justificación está basada en la redención. Sin redención ninguna justificación podría efectuarse y sin justificación ningún nuevo nacimiento. La salvación tiene varios aspectos de los cuales uno es: el rescate. Este contiene que Jesús se entregó a sí mismo como medio de pago para comprar nuestra libertad. El hombre había llegado al mercado de esclavos por causa de su rebelión contra Dios y ahora, sumido en la culpa, es esclavo del pecado y del diablo. El hombre por si mismo es incapaz de salir de esta cautividad. Tiene que ser liberado forzosamente, o sea, rescatado. Fue esto lo que Jesús hizo al morir por nosotros. En la Primera Epístola del Apóstol Pedro 1:18-19 dice:”Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha, y sin contaminación”.

El precio del rescate del hombre fue alto. En parte debido a todo lo malo que ha hecho. En parte debido a su alto valor eterno. El hombre fue creado por Dios como un ser eterno, por lo que todo lo que es eterno puede ser válido como medio para su rescate. La sangre de Jesús se encuentra en la vida de Jesús y ésta es eterna. Ningún hombre puede pagar por otro. Cada uno lleva su culpa. Solo Dios puede pagarla y Él lo hizo. El resultado del rescate es la libertad de toda esclavitud. Libertad es la herencia de los hijos de Dios. Esta libertad, en la cual Dios quiere que vivamos y disfrutemos, fue comprada por un alto precio.

Ulf Ekman


ORACIÓN: Gracias Señor porque Tú pagaste con lo mejor que tenias para que fuéramos libres. Nuestra libertad era muy apreciada por ti, Tu amor anhelaba nuestra liberación. Yo te alabo por Tú bondad hacia mí. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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