Textos claves: (Ro.11:16-18) (Ef.2:12,13) (Is.60:1,2)
UNIDOS CON CRISTO
Nuestra unión con
Cristo tiene su base, (su cuartel general y centro de operaciones), en el
corazón, o sea, en el espíritu. Jesús vive en nuestro corazón por Su Espíritu, y
desde allí dirige nuestras vidas en cada una de sus facetas. “Para
que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor...” (Ef.3:17). Es en
el corazón donde Dios obra en nosotros tanto el querer como el hacer.
“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad” (Fil.2:13).
La fusión que hemos
experimentado con Cristo en nuestro espíritu se ha convertido en el centro base
de dirección de nuestra vida. Ahora Jesús nos dirige desde dentro no desde
afuera. El Espíritu nos guía, nos impulsa, nos impele y dirige nuestro hombre
interior, el hombre espiritual y renacido. A su vez, Jesús nos ha conectado con
la iglesia, Su cuerpo; y nos ha puesto en contacto con Israel, el tronco donde
hemos sido injertados.
RESULTADOS DE ESA
UNION
Nuestra unión con
Cristo, el Mesías, tiene un resultado evidente y fundamental:
somos injertados en Israel; somos unidos a la familia de Abraham y participamos
de los pactos y las promesas que desembocan en Cristo. No se puede estar unido a
Cristo y separado de Israel, eso es sencillamente imposible.
1. Hemos sido
injertados en Israel. “Si las
primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa,
también lo son las ramas. Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú,
siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido
hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te
jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz,
sino la raíz a ti... Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo
silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto
más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?”
(Ro.11:16-18,24).
La iglesia no ha substituido al pueblo de Israel. Los gentiles hemos sido unidos
al tronco, es decir, Israel. No hay separación en Cristo, sino acercamiento. El
cristianismo no puede existir sin reconocer su trasfondo, su Historia, y su
vinculación con Israel. El nuevo templo, la iglesia, está compuesto de judíos y
gentiles. Sin embargo, hay una nación llamada Israel, con la que Dios tiene
planes eternos; y aunque todavía no hayan recibido al Mesías, como nación, un
día todo Israel será salvo (Ro.11:25-26).
La iglesia tiene
una gran deuda histórica con el pueblo de Israel. No podemos ignorarlos, tenemos
un futuro común. La iglesia tiene hoy la responsabilidad de reconocer, consolar
y apoyar el establecimiento del Estado de Israel. Esa es la voluntad de Dios. Es
la palabra profética que ha salido de la boca de Dios. “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios.
Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya
cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de JHWH
por todos sus pecados. Voz que clama en el desierto: Preparad camino a
JHWH; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios” (Is.40:1-3). “No temas,
porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te
recogeré. Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos
mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra” (Is. 43:5-6).
“No obstante, he aquí vienen días, dice JHWH, en que no se dirá más: Vive
JHWH, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto; sino:
Vive JHWH, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de
todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual
di a sus padres. He aquí que yo envío muchos pescadores, dice JHWH, y los
pescarán, y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán por todo monte y por
todo collado, y por las cavernas de los peñascos” (Jer. l6:14-16).
2. En Cristo, hemos
sido acercados a la ciudadanía de Israel y a los pactos de la promesa.
“En
aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a
los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero
ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido
hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Ef.2:12,13). El
pacto con Abraham es un pacto de bendición que nos alcanza en Cristo. Las
promesas de Dios en el A.T. son Si y AMEN en Cristo. “Porque
todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros,
para la gloria de Dios” (2 Co.1:20). Si nos
desligamos de Israel automáticamente cortamos las conexiones con las promesas y
pactos que desembocan en Cristo, y por él en nosotros los gentiles. Hemos sido
acercados a la esperanza y al Dios de Israel.
CONSECUENCIAS
La consecuencia de
nuestra unión con Cristo nos lleva a identificarnos con la causa de Israel y los
planes de Dios para Su pueblo. Por ello, levantémonos en favor de Israel
en los momentos actuales, colaborando de muy diversas formas con su
levantamiento como nación (en el año 1.948), en este tiempo
histórico y profético que nos ha tocado vivir (Is.60:1,2).
Virgilio Zaballos -
ESPAÑA
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