LA DEUDA
ANULADA
“Y a vosotros,
estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida
juntamente con él perdonándoos todos los pecados, 14anulando el acta
de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de
en medio y clavándola en la cruz”.
Las acusaciones de
la ley han llegado a ser una larga lista de acusaciones en contra nuestra. El
contenido de ese acta acusatoria es tan extensa que por nosotros mismos nunca
podríamos saldarla, o sea, justificar todo por lo que éramos acusados. Pero Dios
hizo algo. Él clavó en el madero de la cruz el acta que nos acusaba. Cuando
piensas en los clavos que traspasaron el cuerpo de Jesús al ser clavado en la
cruz, piensa que es tu acta acusatoria la que es clavada allí. Cada pecado, todo
error y rebelión está clavado en la cruz. Esta metáfora viene de la justicia
tradicional romana. Se acostumbraba a escribir un acta acusatoria donde se
describían todos los crímenes del delincuente y el castigo que se le imponía.
Esta acta se clavaba en la puerta de su calabozo y estaba allí hasta el
cumplimiento de la pena. Ahora nuestra acta acusatoria ha sido clavada en la
cruz y Jesús ha sufrido el castigo en nuestro lugar. Esto significa que cada vez
que eres acusado por el diablo, justa o injustamente, tú puedes señalar a la
cruz y decir: “Jesús la ha llevado por mí”. Así los clavos acusatorios no
te dañarán. Si yo no reconozco que he errado, Dios no puede ampararme. Por eso
el pecado debe confesarse y traerlo bajo la sangre de Jesús. De esta forma estás
bajo el amparo de la sangre, perdonado y limpio eres declarado libre de todas
las acusaciones. En Jesús estás libre de todas las acusaciones, liberado de la
carga del pecado, libre para servir a Dios.
Ulf Ekman
ORACIÓN: Gracias
Señor porque tu clavaste en la cruz todos los puntos acusatorios contra mí. Las
voces de burla y escarnio han sido acalladas. En su lugar habla la voz llena de
amor del Padre y yo soy libre. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!
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