miércoles, 16 de noviembre de 2011

DEVOCIONAL DÍA 12 DE NOVIEMBRE



LA PASCUA DEL SEÑOR


“Estas son las fiestas solemnes de Jehová, las convocaciones santas a las cuales convocaréis en sus tiempos; en el mes primero, a los catorce del mes entre las dos tardes; pascua es de Jehová” “…Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”.

Levítico 23:4-5; 1ªCorintios 5:7


El pueblo judío celebrará por siempre Pesaj (la Pascua). Año tras año se recordará el milagro que Dios hizo cuando los liberó y sacó de Egipto, “del horno de pan”. Cada hombre que gobernaba su casa debía tomar un cordero sin defecto. El cordero debía pasar una inspección minuciosa durante cinco días y después degollarlo. Con la sangre debían untarse los postes de las puertas de forma que toda la entrada a la casa estuviera cubierta de sangre. Después todo el cordero se repartía y se comía. No debía dejarse nada. Ningún hueso podía partirse. Ningún incircunciso podía tomar parte y comer del cordero.

Durante 1500 años se ha celebrado Pesaj. La sangre que se ha derramado solamente pudo cubrir los pecados y debe renovarse cada año. Pero Isaías había profetizado que el Siervo del Señor vendría y sería el cordero sustitutorio que de una vez y para siempre sería ofrecido como nuestro cordero sacrificial (Pascual). Él dio su vida totalmente por nosotros. Cuando Jesús colgaba de la cruz ningún hueso le fue quebrantado. En la Primera Epístola a los Corintios capítulo 5:7, Pablo dice:”Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido sacrificado” (V. literal sueca).

Por medio de Su muerte la celebración de la Pascua judía (Pesaj) ha sido cumplida. Jesús nuestro Cordero Pascual nos ha sacado de Egipto. Su muerte fue la expiación por todos nuestros pecados y ha sido nuestra liberación del mundo. Por Su muerte hemos recibido vida. Su sacrificio, (no rituales o tradiciones), nos da nueva vida cuando comemos y participamos personalmente de lo que Él ha hecho por nosotros.

Ulf Ekman


ORACIÓN:
Gracias Jesús porque Tú fuiste nuestro cordero pascual. Gracias, porque te ofreciste para liberarnos de todo lo que nos tenía cautivos. En tu nombre ¡AMÉN!

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