domingo, 27 de noviembre de 2011

DEVOCIONAL DÍA 25 DE NOVIEMBRE



LA GRACIA EDUCADORA DE DIOS


“Porque la gracia de Dios se ha manifestado a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa, y piadosamente”.


Tito 2:11-12


La anarquía que caracteriza los últimos tiempos viene a pervertir la comprensión de lo que significa LA GRACIA.

Gracia no es una licencia para hacer todo lo que yo quiera. Gracia no es una almohada para dormir plácidamente encima. Gracia no es una garantía para recibir perdón siempre, independientemente de cómo viva o lo que haga. El apóstol Pablo dice que la gracia es educadora no anárquica. Nos educa para rechazar la impiedad. La gracia no es una garantía de absolución para continuar pecando, o un manto que cubre nuestro estilo mundano de vida. La gracia es un poder activo en nosotros que nos ayuda a decir NO a toda clase de impiedad. La sociedad en que vivimos está impregnada de una falsa tolerancia. No se dice NO a nada. Pero la gracia si lo hace. Dice NO a todo lo que desea quebrantar, dañar y perjudicar nuestra vida.

En el último tiempo las personas desean tener a Dios y al mundo, ser portadores de la gloria de Dios sin pagar el precio. Existe una voluntad de querer tener comunión con el Señor y a la vez ser señor de sí mismo. Todo esto es imposible. Si uno empieza a caminar por ese camino se crea una falsa gracia, una falsa religión y por fin un falso dios. Los hombres se descarrían en vez de ser guiados a Dios. Cuando el hombre disculpa su modo de proceder y defiende su estilo de vivir mundano, excusándose en la gracia, no está hablando de la gracia de la que Pablo habló. Es una justificación propia que jamás está a la altura de los ojos de Dios. Esta es una anarquía que Dios tiene que juzgar.

Ulf Ekman


ORACIÓN:
Padre, gracias porque Tu gracia no es barata ni es falsa. Es fuerte, educadora, poderosa y de bendición. Me transforma para que por Tú misericordia pueda vivir redimido y victorioso. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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