viernes, 2 de septiembre de 2011

DEVOCIONAL DÍA 1 DE SEPTIEMBRE


EL PODER DE LA PACIENCIA

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,

bondad, fe” Gálatas 5:22.

Todo no sucede en un día. Vivimos en un mundo lleno de tensión, estrés y

exigencia de resultados rápidos. No hay duda que el Señor puede y quiere

hacer mucho. Pero Dios no es estresante. El estrés a menudo es el

resultado de ambiciones y expectativas equivocadas y de temores. Temor, a

que si no aprovecho la oportunidad ahora, nunca más volverá. Pero Dios

guía en paz, no en el estrés:
“…pastoreará suavemente a las recién

paridas” Isaías 40:11.
A quien va a dar a luz una vida no se le debe

estresar porque puede perder la vida que lleva dentro. Muchos han perdido

el gozo abundante de la vida, el brillo y contenido, a causa de las tensiones

y la impaciencia.

Los niños son impacientes. También son bastante egocéntricos. La raíz de la

impaciencia es el egoísmo: “Yo quiero lo que quiero, y ahora”. Estamos

tratando de empujar a Dios a que entre en nuestros planes, pareciendo más

el chico de los recados, al servicio de nuestra carne, que EL

TODOPODEROSO. Pero Dios no se siente presionado por nuestra

impaciencia. Somos nosotros los que debemos retroceder, no Él. Muchas

veces nos hemos perdido lo mejor de Dios por ser impacientes. Agitados

por nuestro
ego, y comparándonos con otros, nos apresuramos a entrar en

algo que Dios nunca había pensado. Él había pensado algo parecido, pero

mucho mejor, para un poco más adelante y con otros y mejores contactos.

Por eso la paciencia es un poder. Es la capacidad de esperar, de no entrar

en pánico cuando los años pasan, de no perder la visión, sabiendo que los

días, semanas y meses pasan, pero al final la tierra dará su cosecha. La

Biblia no tiene parábolas técnicas. La vida no es una máquina de Coca-Cola

donde aparece una botella cuando presiono un botón. La vida está en

continuo crecimiento. Entre la siembra y la siega está la paciencia. Y cuando

el tiempo ha llegado, si no he abandonado, podré recoger mi cosecha.

Ulf Ekman

ORACIÓN:
Padre celestial, tú tienes paciencia conmigo. Dame más

de esa longánima paciencia que hace que no me rinda hasta tener la

cosecha que Tú me quieres dar. En el Nombre de Jesús
¡AMÉN!

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