DEVOCIONAL DÍA 2 DE SEPTIEMBRE

UNA CARA AMABLE

“Más el fruto del Espíritu es, amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,

bondad, fe” Gálatas 5:22.

Una sonrisa amable es ¡tan encantadora! En un mundo lleno de altos

muros, miedos, orgullos y ambiciones, la sonrisa amable se deteriora

mucho. La benignidad llega sin pretensiones. No calcula. No es la

manipulación zalamera del vendedor para recibir lo que exige por su venta.

Es el gozo interno que se trasmite de forma sosegada. Mientras que la

alegría es un estado de regocijo burbujeante hacia Dios que es su fuente, la

benignidad se dirige hacia mis semejantes. No tiene su atención sobre sí

misma, sino sobre el otro. Muestra siempre un rostro disponible. Toca

siempre un punto sensible en la vida de alguien. Es continuamente

alentadora y de una forma tranquila da nuevo ánimo y nuevas fuerzas.

La benignidad no es reproche, es comprensión. Vierte bálsamo que cura las

heridas, y suaviza el furor y la ira. La benignidad se manifiesta donde las

proclamas altisonantes, la fuerza de voluntad o exigencias de sus propios

derechos no tienen ninguna posibilidad. La benignidad tiene la función de

una máquina “derrite-hielo”. Es como el agua que se eleva por encima del

muro a fin de que pueda navegar a través de él, en vez de tratar

frenéticamente de derribarlo. Cuando la benignidad fluye del interior del ser

humano los demás se relajan. No es de confrontación sino que crea la paz,

aún en situaciones muy comprometidas. La benignidad es como una

locomotora que lleva acoplados los vagones de la paz y el gozo. A través de

nuestra benignidad la alegría puede volver de nuevo a la gente, y en lugar

de angustia y preocupación, sea la paz lo que caracterice sus vidas.

Ulf Ekman

ORACIÓN:

Gracias Señor por el fruto de benignidad en mi vida.

Perdóname por las veces que perdí la oportunidad de ser amable.

Renuncio a toda mi falta de amabilidad egoísta, y ruego que la

benignidad esté más y más presente en mi vivir cada día. En el

Nombre de Jesús ¡AMÉN!