lunes, 12 de septiembre de 2011

DEVOCIONAL DÍA 10 DE SEPTIEMBRE

LA DUDA ES CONTAGIOSA


“Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Juan 20:27.


Aquí Tomás está igualmente animado como sorprendido por Jesús. La duda se había apoderado del alma de Tomás. Todo en lo que anteriormente había participado pasó a ser irreal para él. La duda siempre atrae la sombra de la irrealidad sobre lo que Dios ha hecho. Todo se oscurece rápidamente. Tomás se aisló él mismo, lo cual hizo que todo fuera aún peor. Al instante Dios está lejos. Es como si casi no existiera. La sombra tiene la capacidad de paralizar el alma, tirar el ánimo por el suelo y después propagarse a otros.

Pero cuando Jesús viene regresa nuevamente la realidad. Nada puede levantarse contra un nuevo encuentro con Dios. Tomás siente cómo la sombra se desvanece en él y la vida comienza otra vez a pulsar de nuevo. El encuentro con el Resucitado mata todas las preocupaciones que provienen de la duda. Toda fuente contagiosa de duda se seca. Son absorbidas por la fe y la confianza que fluyen del rostro de Jesús. Él es real. Ha resucitado. Jesús encuentra a Tomás justamente donde estaba. Él conoce los pensamientos tenebrosos de duda que han girado por su mente triste y confundida.

Todo parecía ir muy mal. Jesús que debía ser Rey y Mesías murió y desapareció. Entonces, cuando la presencia física de Jesús no era patente, surgió la opresión de la duda. Pero ahora que Jesús ha vuelto, ha resucitado, Él siega la cabeza de la duda: “Acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo”. Sus heridas destilan medicina aún para la enfermedad de la duda y puede parar su contagio. Después Jesús habla a Tomás para el futuro: “Bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. En el futuro Tomás, no siempre podrás ver, sentir o experimentar mi Presencia, en cualquier caso cree en Mí y en mi Palabra.


Ulf Ekman


ORACIÓN:
Jesús, tu Palabra es verdad. Tus promesas son válidas, son como Tú las has dicho. Perdóname por haber permitido que la duda ahogue lo que Tú me has concedido. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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