DEVOCIONAL DÍA 27 DE SEPTIEMBRE

EN QUIEN ESPERAMOS

“El cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte”.

2ª Corintios 1:10

La esperanza tiene un lugar muy importante en la vida del creyente. Es una vida plena y feliz basada en la anticipación del futuro. Cuando la esperanza se pierde la vida se contrae. Por eso la esperanza debe permanecer siempre. Pablo tenía la esperanza de que Dios, que anteriormente le había salvado, le salvaría una y otra vez. Por eso nunca se rindió cuando se encontró en vicisitudes y situaciones extremas. La esperanza le fortaleció.

Nuestra esperanza no está anclada aquí en este mundo. Nuestra esperanza alcanza el cielo:”La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo” (Hebreos 6:19). Por la esperanza nos aferramos a la eternidad. La esperanza nos habla de un futuro maravilloso. La esperanza nos habla de lo que Dios ha determinado que va a suceder. La esperanza nos dibuja una imagen de lo que es totalmente cierto y verdadero. Cuando las dificultades bajan sus persianas y nos impiden ver, la esperanza nos muestra otra imagen de la realidad. Entonces surge de nuevo el ánimo. A menudo son nuestras propias limitaciones las que nos causan problemas. Por lo general, lo que vemos ahora mismo es la causa que nos aflige.

La esperanza está anclada en el cielo y mira hacia el cielo. Y cuanto peor aspecto tiene la situación en el mundo, mejor se percibe el futuro por medio de la perspectiva de la esperanza. El cielo vence, la vida triunfa. La eternidad viene a desplazar lo temporal. Lo que este mundo contiene queda absorbido por lo sobrenatural. El objetivo final de la esperanza es el comienzo: que verdaderamente Jesús va a venir otra vez.

Ulf Ekman

ORACIÓN:

Gracias Señor, porque mi esperanza es tan real como lo eres Tú. Y Tú vienes pronto otra vez. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!