jueves, 8 de septiembre de 2011

DEVOCIONAL DÍA 7 DE SEPTIEMBRE

EL CAMINO LARGO


“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” Juan 14:6.


Jesús habla de sí mismo como el camino. En Los Hechos de los Apóstoles los discípulos fueron llamados “los del Camino”. Toda tu vida cristiana es un largo viaje, un largo camino. Éste serpentea a través de la vida. A veces por verdes praderas, y otras por llanuras tórridas y desiertas. Discurre por los montes altos entre desfiladeros cercanos al precipicio. A veces se bifurca el camino y a veces aparece un camino que casi va en paralelo.

En ocasiones, resulta difícil reconocer cual es el camino correcto. Opciones hay muchas. Las posibilidades de equivocarse están ahí todo el tiempo. A veces el camino se estrecha y pareciera que nadie anda por él. Otras aparece lleno de gente y de alegres compañeros de viaje. Hay veces que desaparece, como un sendero boscoso en una selva virgen. Otras las subidas son tan empinadas que uno tiene que escarbar en la roca para apoyar el pie de saliente en saliente. En ocasiones el paisaje es tan abrumador que no se encuentra motivación alguna para continuar. A veces sientes que es tan miserable que eres tentado a volver atrás. Otras sientes que es tan animado que quieres continuar y en otros momentos lo sientes desagradable y amenazante.

Las opiniones de otros viajeros pueden parecernos refrescantes o por el contrario, deprimirte y confundirte por completo. Y sobre todo, el camino parece que cada vez se hace más largo. Al principio parecía muy corto porque había mucha energía y motivación. Pero al final parece tan duro y difícil que es como si te exprimieran el último jugo del principio hasta el final. También al lado del camino se encuentran muchos hoteles donde gentes ociosas y ruidosas, superficialmente felices, que no entienden por qué vale la pena andar por este camino tan difícil. Pero hay algo que a pesar de todo te impulsa a ir adelante. ¿Cómo se llama este camino? ¡Jesús! ¿A dónde lleva? ¡A casa! Al hogar celestial. Y de repente, el camino que parecía tan largo, se hace corto. El viaje ha terminado.

Ulf Ekman


ORACIÓN:
Dios mío, ayúdame a andar todo el camino hasta llegar al hogar celestial. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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