“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe” Gálatas 5:22.
En toda leyenda gana el bueno. Todas las personas tienen un profundo e
innato deseo de que el bien triunfe. La bondad está en la cima de la escala
de valores. Cuando el amor, que es la esencia de Dios, ha sufrido deterioro
por nuestra parte, nos queda la bondad. El amor fácilmente se enmascara
en lujuria y placer egocéntrico. Por el contrario, la bondad todavía no ha
sido pervertida. Aunque realmente las personas todavía no saben bien lo
que es, ni de dónde viene, ni a qué conduce, sin embargo la tienen en alta
estima.
Nadie, excepto algunas mentes perversas, quieren ser malos. Uno desea,
busca y anhela la bondad. La bondad es preciosa y noble. La bondad es
justa y eleva al hombre. La bondad es todo lo contrario a lo bajo y
mezquino. Para muchos es como un ideal, es como el caballero de los
cuentos, que nada tiene que ver con la cruda realidad. A veces se les
considera como buenos o ingenuos a personas un tanto simples. Pero es
todo lo contrario. La astucia y la insensibilidad son locura. La bondad va
unida a la sabiduría eterna y cosecha donde ningún otro cosecha. Eleva la
mente a lo delicioso y da esperanza a las personas.
La bondad es una cualidad incorruptible, que permanece erguida y fresca en
su totalidad como el *duramen. La bondad es generosa y considerada.
Siempre tiene lugar para otro. Hace que el cojo, el lisiado y el diferente se
sientan en casa, aceptados. El necesitado recibe ayuda, el perseguido recibe
refugio. La bondad se extiende más allá de viejas rencillas y no enumera
continuamente los viejos agravios y ofensas. Por eso la bondad siempre
triunfa sobre la llama del mal. En un mundo egoísta y en tinieblas la bondad
alumbra como una clara bandera que revolotea en el viento y muestra que
todavía hay esperanza, porque Dios, que es bueno, existe.
Ulf Ekman
*Parte seca y compacta del tronco y ramas gruesas de un árbol
ORACIÓN:
Dios mío, Tú que eres bondadoso, hazme bondadoso a
mí. Ayúdame hoy y dame la oportunidad de conocer las necesidades
de otros y atenderles bondadosamente. En el Nombre de Jesús
¡AMÉN!
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