sábado, 1 de octubre de 2011

DEVOCIONAL DÍA 28 DE SEPTIEMBRE



LA ESPERANZA DE LA ETERNIDAD


“He aquí, os digo un misterio: no todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”

1ª Corintios 15:51-53


La eternidad es algo indescriptiblemente maravilloso. Que la vida física tenga final no significa que nosotros dejemos de existir. La muerte, que tantísimas personas temen, y que preferiblemente no desean encontrar, solo significa que vamos adelante, hacia la eternidad, a la que Dios por medio de Su Espíritu ha puesto en nosotros y continúa hasta el infinito.

La esperanza del cielo es lo más agradable que tiene un creyente. Al mismo tiempo, tal vez es de lo que el mundo más se burla. O tal vez también es algo que los creyentes con más facilidad olvidan. Es fácil imbuirnos en el mundo y llenarnos de preocupaciones. Lo que somos, nuestros títulos, nuestra posición, nuestras propiedades, y lo que otros piensan de nosotros tienen siempre un gran significado en nuestras vidas. Y no es necesario que vivamos como ascetas, Dios tiene mucho para nosotros en este mundo, pero no somos de este mundo. Realmente vamos caminando hacia otro mundo.

Todo esto que vivimos y de lo que vivimos, es perecedero, corruptible. Se transforma, desaparece. En Cristo seré cubierto de incorrupción. Por eso no debemos tener todo esto como “estrellas fijas”, puntos de apoyo, o como fundamento de nuestra vida. Estas cosas son pasajeras, pero Dios permanece. Son cosas que desaparecen, pero Dios es eterno. Nuestro ser nunca debe aferrarse a lo mundano. Nuestro espíritu, que es eterno, anhela la eternidad. Y solo en lo eterno, en Dios, encontramos descanso, fuerza y sentido. David dijo que tenía a Dios en el cielo y no necesitaba nada más en la tierra, aunque tenía mucho, pero no lo necesitaba ni necesitó usarlo para alcanzar su verdadera meta u objetivo: conocer a Dios.

Ulf Ekman


ORACIÓN:
Dios mío, Tú eres eterno. Sólo en Ti mi necesidad de eternidad se satisface. Tú me has creado para ti y en ti tengo todo lo que necesito por la eternidad. En el Nombre de Jesús ¡AMËN!

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