martes, 11 de octubre de 2011

DEVOCIONAL DÍA 10 DE OCTUBRE


LA BENDICIÓN DE ABRAHAM ES PARA TI


“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 4para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu Santo”.

Gálatas 3:13-14


Por causa del pecado vino la maldición sobre este mundo, pero en Jesús quedó establecida de nuevo la bendición. De lo que Dios prometió a Abraham hemos venido a ser partícipes. En la cruz Cristo llevó nuestra maldición. Por eso Dios puede darnos Su completa bendición. Hemos sido redimidos para (estas son palabras claves) que la bendición de Abraham nos alcanzase. Hemos sido creados, rescatados, redimidos y restaurados para vivir una vida en bendición y de bendición.

Esta bendición se aplica a todos los ámbitos de la vida. Se aplica a la vida espiritual, la vida emocional, física, familiar, el trabajo, la vida social, la económica y todas las demás áreas de la vida. Allí donde hay un área de vida es una esfera de influencia para el Espíritu Santo. Él quiere restaurar y fructificar todas las áreas. Él desea que cada desierto florezca. Quiere que todo lo que estaba muerto tenga vida. Desea que toda tiniebla se convierta en luz. Él desea verdaderamente alcanzar todos los ámbitos de tu vida.

Lo mismo que el viejo roble recibe vida en cada pequeña rama o brote, vida que contiene la savia, así quiere Dios que Su desbordante bendición, que fluye de la vida del Espíritu, penetre en cada área de la vida del hombre. El poder de la maldición que nos hizo incapaces ha sido roto. Nosotros no podíamos bendecirnos. No podíamos rescatarnos. Jesús lo hizo para nosotros. Él llevó nuestra maldición, rompió nuestras cadenas, nos redimió. ¿Por qué? Para que pudiéramos recibir toda la plenitud de Abraham, es decir: LA BENDICIÓN DE DIOS.

Ulf Ekman


ORACIÓN:
Gracias Señor por lo que hiciste por mí cuando fuiste hecho maldición por mi culpa. Gracias, porque quieres que yo viva en la plenitud de Tu bendición. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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