lunes, 10 de octubre de 2011

DEVOCIONAL DÍA 9 DE OCTUBRE


LLÁMATE: ¡BENDECIDO!


“He aquí, he recibido orden de bendecir; Él dio bendición, y no podré revocarla. 21No ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel. Jehová su Dios está con él, y júbilo de rey en él.22Dios los ha sacado de Egipto; tiene fuerzas como de búfalo. 23Porque contra Jacob no hay agüero, ni adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios!

Números 23:20-23


El rey Balac contrató a Balaam profeta para maldecir a Israel. Balac conocía el poder de la bendición y de la maldición. Él sabía que la palabra es portadora tanto de vida como de muerte. Lo que no sabía Balac es que la bendición de Dios es más poderosa que la maldición del hombre. Dios ya desde los días de Abraham había bendecido a Israel. No podían ahora ni Balac ni Balaam cambiar esta situación. Aunque Balaam intentó maldecir, de su boca no salió más que bendición. Dios ya lo había determinado así: “He aquí he recibido orden de bendecir; Él dio bendición y no podré revocarla” (v.20). Y de la boca de Balaam fluyeron las más maravillosas profecías respecto a la prosperidad de Israel y la venida del Mesías.

Balaam pudo constatar que contra Israel no existe adivinación, ni agüero alguno contra Jacob. Así es con nosotros cuando estamos en Cristo Jesús. La gente puede difamarte, criticarte o desear tu desánimo y desgracia. Puede que lo sientas duro de soportar, aterrador o hiriente, pero no debes de darle oídos. Esas palabras no pueden hacerte nada en tanto tú no decidas escucharlas. Las maldiciones inmerecidas son como un pájaro que pasa volando, dice en el libro de Proverbios.

Tú estás en Cristo. No eres perfecto en ti mismo, pero estás bendecido. Si alguien te llama maldito, llámate a ti mismo: ¡bendito! La maldición sobre tu vida se ha roto y tienes claro lo mucho que el Señor realmente te ha bendecido.

Ulf Ekman


ORACIÓN:
 Gracias Señor que me has sumergido en Tus bendiciones por medio de Jesucristo. Gracias por tu bondad maravillosa mostrada hacia mí. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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