sábado, 24 de marzo de 2012

DEVOCIONAL DÍA 22 DE MARZO



EL PODER DE LA INCREDULIDAD


“Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. 6Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos…”.

Marcos 6:5-6


En la sinagoga de Nazaret solamente unos pocos con enfermedades sin importancia fueron sanados. La atmósfera estaba cargada de incredulidad, a tal grado que Jesús se asombró de ello. En Capernaún también se había asombrado, pero esa vez fue por la fe del centurión gentil. Aquí el asombro era debido a la incredulidad. La incredulidad puede dejar caer su pesada y oscura mano sobre algunas congregaciones, algunas ciudades o algunas denominaciones. Donde la incredulidad se mueve, toda la expectativa de Dios desaparece. Queda reducida a una formalidad, una doctrina o un ritual; pero el amor, la sinceridad, la comunión y expectativa en Dios está como desaparecida. No es de extrañar que Jesús después de Su resurrección reprochara a sus discípulos por su incredulidad. Él sabía lo que puede destruir la incredulidad, la duda y el escepticismo.

Hay muchos que elevan la duda a virtud y casi se jactan de su escepticismo. Jesús nunca lo hizo. Él jamás ensalzaba la incredulidad, la combatía. Todos somos afectados por la duda, también los discípulos, pero ellos no aceptaron la duda como estilo de vida. Lo que Jesús hizo siempre fue más y muy diferente de lo que ellos esperaban de Él. Jesús los desafió continuamente a que creyeran más, a que tuvieran más fe.

En Nazaret la incredulidad corría como una corriente de frio a través de toda la comunidad. Y Jesús no pudo hacer allí ningún milagro. No se dice que Él no quiso, se dice que no pudo. ¡Jesús, el Hijo de Dios, Dios venido en carne, se vio obstaculizado por la negatividad de la gente del pueblo! Hoy es lo mismo. Cuando los creyentes carnales son reacios a confiar en Dios es porque en sus corazones hay otros dioses en quien confían y Jesús no puede hacer lo que Él quiere. Por lo tanto debemos arrepentirnos, cambiar la atmósfera reinante, despertar la fe y aumentar el hambre de Dios. En ese entorno Jesús puede hacer cualquier cosa que desee.

Ulf Ekman


ORACIÓN: Dios mío, que estás en los cielos, crea una atmósfera de fe en cada lugar donde Tu palabra es anunciada para que puedas hacer todo lo que Tú deseas. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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