CREE EN LA PALABRA
“Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará”.
Mateo 8:8
Un oficial de Capernaún se acercó a Jesús para pedirle por su siervo enfermo. Asombrado, Jesús se da cuenta que el oficial no quiere obligarle para que le acompañe a su casa. Todo lo contrario, le dice: “di solamente la palabra, y mi criado sanará”, pues él como oficial, sabe que las palabras –órdenes- deben ser obedecidas. Era más que un estado de ánimo poético o una discusión de base. Sus soldados le obedecían y él obedecía a sus superiores. Si tan solo Jesús, con la autoridad que tenía, por ser quien era, quiere decir una palabra de liberación, de sanidad, su siervo sería sano.
Jesús quedó asombrado. Ni en todo Israel, entre todos los ilustres escribas, teólogos o sacerdotes había encontrado tal comprensión de las leyes espirituales. Ni siquiera sus discípulos entendieron esto, pero un centurión romano lo había comprendido. No es de extrañar que Jesús dijera:”…ni aún en Israel he hallado tanta fe” (v.10). La fuerza de la fe y la misma fe podían crecer y ser muy fuertes en el centurión, porque venía del convencimiento de que una sola palabra del Señor era suficiente. No necesitaba imposición de manos alguna, ni un culto poderoso, ni una personalidad brillante, ni un ambiente maravilloso o una buena alabanza. ¡Una sola palabra de Jesús era suficiente!
La autoridad en las palabras de Jesús era enorme. La enfermedad tenía que obedecer, la debilidad tenía que huir, las tormentas calmarse y los ojos ciegos abrirse. Sus palabras son espíritu y son vida y dan vida a todos los que las reciben.
Ulf Ekman
ORACIÓN: Gracias Padre por tu palabra. Es como martillo que quebranta la roca y como lluvia que no retorna hasta que ha regado la tierra. Cuando Tú hablas todo tiene que obedecer. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.