martes, 6 de marzo de 2012

DEVOCIONAL DÍA 5 DE MARZO



EL HACER LA VOLUNTAD DE DIOS


“Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”.

Juan 4:34


Para Jesús el hacer la voluntad de Dios no era algo duro, tedioso o inevitable. Algunos cristianos creen que obedecer a Dios les priva de todo lo que es alegre o divertido. Es todo lo contrario. Obedecer a Dios da una gran satisfacción, mucha alegría y contribuye al mejor desarrollo de la personalidad.

Para Jesús hacer la voluntad del Padre era su comida. ¿Qué significa esto? La comida es absolutamente vital. Sin comida, no se puede vivir. Sin hacer la voluntad de Dios nunca podrás vivir una vida en plenitud. La comida es necesaria para la salud. La voluntad de Dios da vida, salud y fuerza a la totalidad de tu ser. La comida da satisfacción. La voluntad de Dios satisface lo más hondo de tu ser interior. La comida implica comunión. En la voluntad de Dios experimentas comunión con Dios y con los demás, de una manera que nunca lo podrías conseguir de otra forma. La comida proporciona alegría. No hay nada más gratificante que el vivir con Dios y hacer Su voluntad.

Todo esto acontece por hacer Su voluntad. No es extraño que Jesús viviera cerca de Dios. Nadie se encuentra mejor que el que vive con Dios y le obedece. En Juan 5:30 Jesús dice: “No puedo yo hacer nada por mi mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”.

Cuando mi voluntad está subordinada a la de Dios entro en Su reposo. Las ambiciones y pasiones humanas se extinguen. Por el contrario, mis ojos se abren para evaluar de forma objetiva e imparcial lo que antes juzgaba bajo mi opinión y prejuicios, según mi propio ego, el cual actúa distorsionando mi juicio. De esta forma me siento satisfecho por la presencia de Dios y Su voluntad y no deseo ninguna otra cosa más que Su voluntad se cumpla. La vida se hace mucho más agradable y mucho más sencilla.


Ulf Ekman


ORACIÓN: Gracias Señor por tu buena voluntad. Yo inclino mi corazón y me humillo ante Tu voluntad. Entonces fluye tu vida hacia mí y soy ricamente bendecido. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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