jueves, 16 de febrero de 2012

DEVOCIONAL DÍA 11 DE FEBRERO



 SANANDO TODA ENFERMEDAD

“Y recorrió Jesús toda Galilea enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.24Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó”.

Mateo 4:23-24

Jesús fue de un lugar a otro. Por todas partes se encontró con multitudes. No pudo estar tranquilo en ningún sitio. Su fama iba por delante de Él y le seguía. Y en todos los lugares sanaba a los enfermos. Venían a Él de todas partes. Vinieron toda clase de enfermos con las enfermedades más impensables. En ninguna parte de los Evangelios leemos que Jesús ni en una sola ocasión rehusara sanar a algún enfermo. En ninguna parte está escrito que Jesús sanara selectivamente. No, todo lo contrario. Cuando le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades, dice de forma objetiva e imparcial: “y los sanó”. Se dice muchas veces que uno puede hacerse insensible. Pero piensa por ti mismo, un campo, una pequeña pendiente o un lugar abierto cerca de una villa o ciudad, con cientos, tal vez miles de personas donde todos están enfermos. Mateo 9:35 dice que Jesús “…sanaba toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”. Marcos 6:56 dice:”…y todos los que le tocaban quedaban sanos”. Mateo 8:16 dice: “…y sanó a todos los enfermos”. Con otras palabras: toda clase de enfermedades, toda clase de enfermos y por todas partes donde Jesús fue todos fueron sanados. Esto es tremendo. Imagínese en esa situación. Esto no había sucedido jamás en la historia de la humanidad. Espaldas dobladas se enderezaron; piernas dobladas quedaron útiles de por vida; la lepra desapareció y los ojos inútiles volvieron a ver. Una sola sanidad para un solo afligido es algo verdaderamente maravilloso. Aquí eran miles de sanidades, miles de personas felices, transformados y agradecidos. Un torrente de vida recorría el país. Una ola de amor y misericordia envolvía a cada uno que llegaba a tener contacto con Jesús. Y el amor del Padre, las obras del Padre y la voluntad del Padre se cumplieron por medio del Hijo:”He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo está escrito de mí” Hebreos 10:7.
Ulf Ekman

ORACIÓN: Padre celestial, gracias porque Jesús vino para hacer Tu voluntad y cuando veo lo que hizo comprendo cuál es Tu voluntad. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.