miércoles, 15 de febrero de 2012

DEVOCIONAL DÍA 7 DE FEBRERO


MARÍA, MARÍA

“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia”.

Lucas 1:38

María se asombraba una y otra vez. A lo largo de su infancia y durante toda su vida Jesús, su hijo, era tan distinto de los demás y sin embargo era razonable. Ella lo había llevado en su seno, lo había dado a luz y visto crecer. Ella estaba allí ese día en Nazaret cuando le echaron fuera. Vio con asombro a todos los enfermos, endemoniados y lisiados que venían a Él y regresaban a sus hogares sanos. Ella vio como toda Galilea experimentó una poderosa visitación del Espíritu Santo. Le oyó predicar una y otra vez. Era tanto que no podía comprenderlo todo, pero lo que sí percibía es que tenía razón.
Ella vio los semblantes burlones de los escribas. Ella nunca sería capaz de convencerlos, pero sabía que estaban equivocados. La actitud de ellos, su espíritu, sus miradas, su altivez, todo hablaba por sí mismo que no habían entendido. Tampoco ella entendía. Era todo tan distinto a como había pensado. Pero a pesar de todo, ella sí lo sabía, recordaba la visitación del ángel, nunca lo pudo olvidar. Dios vino a su vida. De repente, de forma abrumadora pero sin embargo tan natural.
¿No habían tenido los profetas y patriarcas visitas angelicales? Todos habían tenido sueños y visiones. ¿Acaso no esperaba todo el mundo al Mesías? Sin embargo, en Nazaret el ángel se acercó a ella ¿Por qué? ¿Cómo sucedió esto? Algo vino sobre ella que tranquilizo su mente inquieta: ¡el Espíritu Santo! Por medio del Espíritu Santo este niño fue concebido y ahora estaba hablando en la sinagoga sobre Isaías 61 y dice que el Espíritu del Señor está sobre Él. Maria sabía que era el Mesías de la Escritura. El ángel lo había dicho. Ella había respondido: Sí. El milagro sucedió. Pero todos esos días grises, el día a día de la vida de María; todas esas circunstancias que ocurrían de forma tan diferente a como ella había pensado difuminaban en su mente el mensaje de Dios. Pero sin embargo ella sabía, ¡sabía que era Él! Él era su hijo, pero también era el Señor y Maria era la esclava del Señor.
Ulf Ekman

ORACIÓN: Gracias Señor por lo que es como Tú has dicho, incluso por lo que no entendemos. Gracias que no será como habíamos previsto, sino que sucederá mejor. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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