viernes, 17 de febrero de 2012

DEVOCIONAL DÍA 16 DE FEBRERO


BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”.

Mateo 5:4

Ninguna persona escapa al dolor. La pregunta no es si el dolor viene, sino cuando. A veces la gente cree que la enseñanza de la fe es una clase de enseñanza de cómo evitar los problemas de la vida. No es así. Todos tenemos problemas, pero hay distintas maneras para salir de ellos. A veces la enseñanza cristiana es casi fatalista, o sea, se enseña que no debe hacerse absolutamente nada en las crisis. Jesús evita ambos extremos. Él habla tanto de pruebas como de victorias; de dolor como de consuelo. Pablo dice que la tristeza según la mente carnal produce desesperación, amargura y desprecio, mientras que la tristeza según la mente de Dios produce arrepentimiento, consuelo, esperanza y nuevas fuerzas. El reino de Dios va marchando hacia el cielo. El reino de este mundo marcha hacia la destrucción. Cuando los dos reinos se encuentran, y acontece cada día, se establece un conflicto, una fricción. Sentir oposición, rechazo, extrañeza y frialdad puede producir dolor en el corazón del creyente. Pero en medio de ello recibe el gran consuelo celestial. Dios es el Dios de toda consolación que puede consolarnos en todas nuestras angustias. El justo sufrirá mucho, dice la Biblia, pero el Señor le librará de todo (Salmo 34:15-22). Cuanto mayor es la prueba, mayor es la victoria. La tragedia se cambia en triunfo; una derrota en victoria; la situación desesperada en una nueva esperanza. La debilidad puede volverse en fortaleza cuando el Señor te toca. No es difícil que las penas de ayer, las angustias o pruebas echen su oscuro manto sobre tu futuro. Pero hay consuelo en el Señor. Hay un nuevo comienzo. A pesar de todo, hay un futuro glorioso en el reino de Dios a causa de Jesús. El material de construcción del reino de Dios se denomina consuelo y está ahí para ti. La bienaventuranza no está implícita en el sufrimiento o dolor, sino en que hay un consuelo sobrenatural que fortalece para continuar.
Ulf Ekman

ORACIÓN: Gracias Señor porque Tú eres experto en consolarnos, aliviarnos y establecernos. Recibo todo el consuelo que necesito de Ti. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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