domingo, 26 de febrero de 2012

DEVOCIONAL DÍA 24 DE FEBRER


PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS


“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”.

Mateo 6:9


Toda oración va al Padre en el nombre de Jesús. En el evangelio de Juan 16:13 Jesús dice: “…De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará”. Por eso oramos al Padre. Él es nuestro Padre. Su morada está en los cielos. El cielo no tiene límites. No es la tierra. La tierra está llena de necesidad. El cielo tiene sus almacenes llenos. Por eso cuando oramos no debemos tener los ojos puestos en la tierra, sino que debemos tener nuestra mente fija en lo que está arriba. No se trata de escapar de la realidad, sino de una evaluación real de lo que carecemos aquí que Dios tiene disponible en los cielos.

En el cielo no hay escasez, ni odio, ni enfermedad. No existe la pobreza, la soledad, la opresión ni la esclavitud. Todo lo que necesitamos lo hay allí, no solo para cuando un día lleguemos allá, sino que está disponible para ir disfrutando de ello ahora en el Nombre de Jesús. Pero cuando empezamos a orar, no debemos venir primeramente con todas nuestras preocupaciones. No vamos corriendo con la lista de la compra, sino que elevamos nuestros corazones para alabar, ensalzar, exaltar y glorificar al Señor de los cielos y tierra; el Dios vivo. Nosotros alabamos Su Nombre. Santificamos Su Nombre. Le exaltamos por lo que Él es. Él, que es nuestro Salvador, nuestro Proveedor, nuestro Estandarte, nuestra Justicia, nuestro Pastor, nuestra Paz y aquel que siempre está Cercano: nuestro Padre celestial.

Nadie es como Él, un Dios Eterno; nuestra Roca, nuestro Baluarte, nuestro Sol, nuestro Escudo, nuestro Castillo, nuestro Cuerno de Salvación, nuestro Salvador, nuestro Escudo, nuestra Fortaleza, el altamente loado, el Altísimo. ¡Santificado sea Tu Nombre!

Ulf Ekman


ORACIÓN: Padre nuestro, que estás en los cielos. Gracias por todo lo que eres para mí y todo lo que me has preparado. Tú que me has bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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