miércoles, 15 de febrero de 2012

DEVOCIONAL DÍA 8 DE FEBRERO


HACIA KFAR NAHUM

“Y entraron en Capernaún; y los días de reposo, entrando en la sinagoga enseñaba”.
Marcos 1:24

Si uno va de Nazaret, hacia el este se llega al Lago de Genesaret o Mar de Galilea. Jesús tuvo que bajar desde las alturas de Nazaret, pasando por la ciudad de Caná para finalmente bajar hasta el valle de las Palomas, que es un valle que abre sus brazos mostrando el Mar de Galilea. Las montañas que rodean el valle son enormes y se ven hoy lo mismo que en el tiempo de Jesús. El monte Arbel permanece en silencio, custodiando y cercando la zona. Muchas veces Jesús debe de haber puesto su vista en esta montaña. A través del valle, en la llanura que corre a lo largo de la costa norte rápidamente se sube a la montaña que desciende hasta Capernaún –Kfar Nahúm- que quiere decir: ciudad del profeta Nahúm. Pero el camino empieza muy lejos. Se trata de la antigua Vía Maris. La ruta marítima que proviene de Egipto la cual corre a lo largo de la costa del país y la llanura de Sarón y así vuelve a pasar por Capernaún subiendo hacia Damasco.
Muchos siglos antes el profeta Isaías había profetizado sobre estos lugares, sobre la región de Zabulón y Neftalí que fueron tan rechazadas. Dios honraría estos lugares, la zona a lo largo del camino marítimo, Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas verá gran luz, y aquellos que viven en sombra de muerte luz les resplandecerán. Jesús fue allí. Él era de Galilea, y ahora iban a cumplirse las profecías respecto a esta tierra que era contada por pequeña, escasa y pobre espiritualmente, frente a los escribas de Jerusalén. Se le denominaba inclusive como tierra de gentiles. La gente era pobre, étnicamente mezclados, sin formación religiosa e independientes. Allí llegó Jesús según la palabra profética para que el evangelio se propagara a todas las naciones gentiles, para que las tinieblas realmente se disiparan y la luz clara de Dios comenzara a brillar a todo el mundo desde ese lugar.
Ulf Ekman

ORACIÓN: Gracias Señor, porque elegiste aquello que no valía nada, para avergonzar a aquel que es algo en sí mismo y Tú recibas toda la gloria. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN! 

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