domingo, 19 de febrero de 2012

DEVOCIONAL DÍA 17 DE FEBRERO


BIENAVENTURADOS LOS MANSOS

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”.

Mateo 5:5

Hay muchas definiciones y conceptos erróneos acerca de la humildad. A menudo se juzga superficialmente. Dios mira el corazón. La mayoría de las veces parece que la persona amable, gentil, y callada es humilde, mientras que los bulliciosos y un tanto agresivos se perciben como orgullosos y arrogantes. Pero no es tan simple. La humildad tiene que ver con la objetividad. Se trata de un reconocimiento o comprensión de los límites, la administración, donde se origina todo y a donde nos dirige en última instancia. Una persona humilde sabe lo que tiene y lo que no tiene. El orgulloso ha perdido la realidad de la vida y construye castillos en el aire de vanidad. El humilde nunca se olvida de dónde viene y cómo Dios le levantó del lodo cenagoso y ha puesto sus pies sobre la roca firme. Sin méritos propios, de gracia fuiste salvo.
La humildad no es nostálgica, sino concreta. No se rebaja ni se rechaza a sí misma. La humildad no finge o interpreta, sino que es real. Se basa en la verdad. Lo que Dios ha dado lo ha dado Él. La altivez, el orgullo, o arrogancia imaginan y disimulan distorsionando la realidad. Decir que uno no tiene nada, cuando tiene; que uno no es nada, cuando lo es, eso no es humildad sino altivez que se disfraza. El que con una sonrisa servil, una mirada dulce y tranquila y palabras bien articuladas habla mentira, da una imagen de humildad, pero es falsedad. El que con un buen arte de formulación atrapa las mentes de los hombres y con una suavidad bien entrenada cuestiona las Escrituras, las promesas de Dios, la verosimilitud de la Biblia, el nacimiento virginal de Jesús y Su resurrección, todo ello es un truco común de los líderes religiosos, cuyos corazones arrogantes nunca se han inclinado ante el Señor que murió por ellos. Por el contrario el fruto de la humildad está compuesto de una verdadera comprensión de lo que Dios realmente ha hecho en Cristo, de una fiel convicción a la que se aferra y una audacia poderosa que permite que el mundo entero oiga hablar de ello.

Ulf Ekman

ORACIÓN: Padre celestial, quita de mi vida toda falsa humildad y permite que la verdadera me haga valiente como un león. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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