jueves, 23 de febrero de 2012

DEVOCIONAL DÍA 21 DE FEBRERO



BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES


“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

Mateo 5:9


En la lengua griega, que es el idioma principal del Nuevo Testamento, la palabra paz se refiere a la paz, tanto interior como exterior. La Biblia es bastante clara en que las dos condiciones vienen de Dios. Pero también está claro que existe un cierto orden de relación con estos dos tipos de paz. Primeramente la paz interior. Después la paz exterior. Es imposible crear paz exterior sin paz interior. Esto no significa que no hay que buscar la paz exterior. Pero tenemos que ser conscientes de que ésta siempre será frágil, temporal y susceptible hasta que el Príncipe de Paz venga.

En la caída se rompieron todas las relaciones. El hombre rompió la paz con Dios. Perdió la paz interior. La paz en la relación con los demás desapareció. La paz entre los distintos pueblos y naciones también desapareció. Después de la caída un estado de enemistad prevaleció en todos los ámbitos de la vida humana. Sólo en Jesucristo desaparece la enemistad. Solo al aceptar el evangelio puede restablecerse la paz. Solo teniendo paz con Dios puede uno tener paz en todas las demás relaciones. Sólo en Jesús puede uno superar los conflictos internos, las desavenencias familiares, los conflictos étnicos, los odios raciales y los conflictos nacionales.

Cada persona que en Cristo trata activamente por restablecer la paz en las relaciones tensas, hace lo que un hijo de Dios debe hacer. Una de las señales de que uno es hijo de Dios es que activamente contribuya a promulgar la paz, y no menos entre hermanos. La paz se construye sobre la base de la confianza. Se construye con motivos puros y sin ambiciones propias. La paz descansa en la verdad y tiene como meta o propósito el agradar a Dios y buscar Su reino, y no el propio.

Ulf Ekman


ORACIÓN: Gracias Señor porque cuando vengas, vienes en paz, y con paz. Tu reino consiste en paz. Tu Espíritu sana todas las heridas, restablece todas las relaciones y renueva la confianza rota. Tú haces milagros y abres puertas cerradas; derribas las murallas y cumples siempre Tu voluntad. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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