DEVOCIONAL DÍA 8 DE ENERO

DIOS EN EL TRIBUNAL

“A fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia, heredan las promesas”.

Hebreos 6:12

En nuestro tiempo se nos hace tremendamente difícil comprender que el amor de Dios es compatible con Su santidad y justicia. Esto significa que Dios ama al pecador y condena el pecado. No nos gusta la palabra juicio. Tratamos de defendernos de cada pensamiento que nos asalta respecto a que Dios nos exija algo o que vaya a castigarnos. El humanismo secular ha luchado intensamente tratando de convencernos de que el hombre en lo profundo de su ser es bueno. Por lo que cuando se habla de castigo suena como primitivo, vengativo y equivocado. Pero no lo es. El pecado es como una epidemia que si no se aborda y combate llega a destruir totalmente al hombre. Si no vemos el poder del pecado como un fuego que hace estragos totalmente y no vemos el dolor del Padre y Su justo enojo por ello, nunca podremos comprender que Dios es un juez santo, que con justicia, verdad y amor de Su parte aborrece verdaderamente el pecado y lo condena.

Y a medida que el pecado es condenado, somos condenados nosotros también si lo elegimos antes que a Dios. Dios ama a cada individuo. Pero no somos Sus marionetas. Él nos ha creado con libertad, responsabilidad y autoridad. Tenemos una libre voluntad para escoger a Dios o el pecado. Depende a quién escogemos tendrá una gran influencia en nosotros. Fuimos creados para tener comunión, adorar y servir. Mis acciones, palabras y actitudes me descubren y revelan a quien en el fondo de mi ser quiero seguir. Somos responsables de cada acto. El hombre moderno no quiere ser responsable ante nadie. Pero sin embargo lo somos. Dios lo ha hecho así.

Ulf Ekman

ORACIÓN: ¡Oh, Dios! revélame en cada sector de mi vida a quién en lo más íntimo estoy sirviendo y ayúdame a seguirte a Ti. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!