martes, 17 de abril de 2012

DEVOCIONAL DÍA 15 DE ABRIL



LA POTESTAD DE LAS TINIEBLAS


“Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; más esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas”.


Lucas 22:53


De repente el huerto se llenó de gente, soldados romanos, líderes religiosos, los guardianes del Templo y los discípulos entre otros. Desde el momento que Jesús sometió Su voluntad a Dios permitió a las fuerzas de las tinieblas tomar el relevo. Ahora Jesús era el indefenso Cordero Pascual en las manos de los que le odiaban. Judas concluye su trabajo. Y mientras las monedas quemaban en su bolsillo besó a Jesús. El traidor trató de parecer amable pero la falsedad de su acción era evidente y de mal gusto. Jesús, que es fiel, a pesar de ello le llamó amigo. Los soldados trataron de apresar a Jesús y cayeron de bruces al suelo cuando les dijo: “Yo soy” (Juan 18:6). El Espíritu de Dios se manifestó fuertemente sobre Jesús, que en ese mismo momento podría haber llamado a doce legiones de ángeles en Su ayuda. Es evidente que Él no tenía necesidad alguna de que le persiguieran o abrumaran. Él daba Su vida voluntariamente. Sabía que Su hora había llegado. Y que por un corto tiempo las tinieblas prevalecerían y él lo permitió. Pero Jesús sabe que el juicio viene sobre este mundo y lo que realmente va a suceder es que el príncipe de este mundo será echado fuera.

Esto no lo sabía Pedro, que desesperadamente ruge, saca la espada y le corta la oreja al que está más cerca. Acción equivocada, contra la persona equivocada y en un momento equivocado. Se llamaba Malco, y le dejó sin oreja. La sangre saltó, pero delante de toda la multitud Jesús tocó su oreja y le sanó. Aún ahí, en la atmósfera más demoníaca y llena de odio, cargada de miedo y traición, el amor de Dios fluye y un hombre confuso recibe sanidad. Debe haber dejado una impresión indeleble en todos los presentes.


Ulf Ekman


ORACIÓN: Dios mío, ayúdame a no oponerme cuando Tú me guías por un camino que mi carne no quiere ir. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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