SE FUE A CASA
SORPRENDIDO
“Pero levantándose
Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue
a casa maravillándose de lo que había sucedido”.
Lucas 24:12
Ahora todo acontece
con rapidez. Las mujeres fueron corriendo a ver a los discípulos. Pedro y Juan
corren al sepulcro. Mientras, María estaba fuera llorando cuando Jesús se
aparece a ella. En principio María no le reconoce, pero cuando Él le
dice:”María”, ella reconoce su voz, Su claridad, Su autoridad, Su
amor. Verdaderamente es Él, pero no permite que le toque. Tenía que ir a Su
Padre y como Sumo Sacerdote resucitado rociar todo el cielo con Su sangre
redentora para después y por la eternidad sentarse en el Trono de la gracia en
el cielo.
Juan llegó primero
al sepulcro, pero Pedro entró y bajó a él primero, después entró Juan y viendo
creyó. (Juan 20:4-10). Los lienzos estaban doblados y el sudario de Su cabeza
enrollado aparte. En medio de esa explosión de poder de la resurrección todavía
se guarda el orden y la atención al detalle.
Pedro quedó sumido
en un asombro profundo y se fue a su casa. Más tarde vinieron algunos de los
discípulos y contaron con entusiasmo que habían hablado y andado con Jesús de
camino a Emaús. Más asombro. La luz se hace mucho más clara para Pedro, pero
Tomás duda. Entonces, y a través de puertas bien cerradas, Jesús entra y les
dice: Shalom Alechem” (La paz sea con vosotros). Una frase común, pero en una
situación poco corriente. Jesús les muestra Sus manos y los discípulos se
alegran, y asombrados aún les cuesta creer lo que ven. Una y otra vez, tanto en
Jerusalén como en Galilea, Jesús se aparece a ellos, habla con ellos y les da
instrucciones. Tomás creyó y Pedro fue restablecido. ¡Todo comienza de nuevo!
¡No era el final! ¡Esto no había hecho más que empezar!
Ulf Ekman
ORACIÓN: Gracias
Señor porque cuando la esperanza en el hombre se apaga y su capacidad toca
fondo, entonces Tú no has hecho más que empezar. Cada puerta cerrada Tú la
atraviesas. Cada mente cerrada Tú la puedes abrir por el poder de Tu
resurrección. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!
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