sábado, 28 de abril de 2012

DEVOCIONAL DÍA 26 DE ABRIL



JESÚS ES SEPULTADO


“Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca”.


Isaías 53:9


Cuando Jesús murió otros recibieron vida. De repente vino sobre Nicodemo y José de Arimatea, principales entre los judíos, una libertad espontánea. José fue a Pilato y le pidió poder llevarse el cuerpo muerto de Jesús. Como principal del Sanedrín era fácil hacerlo para él. Pilato se extrañó que Jesús ya estuviera muerto pero le dio su permiso. Antes de anochecer y que el Shabat comenzara, el cuerpo había sido bajado de la cruz, fue envuelto en lienzos con especias aromáticas y lo pusieron en un sepulcro nuevo. El sepulcro se encontraba cerca del Gólgota, el lugar llamado de la Calavera, en un huerto.

José de Arimatea, un hombre rico, dio a Jesús su sepulcro nuevo y las Escrituras tuvieron su cumplimiento profético incluso en este punto. Después se hizo rodar una gran piedra a la entrada de la tumba que fue sellada al día siguiente. Pilato, cansado ciertamente de los persistentes fariseos, dio su consentimiento para el sellado de la tumba y puso guardias para su protección. Los principales sacerdotes recordaban con temor que Jesús había prometido resucitar. Las palabras de Jesús respecto a su resurrección se habían escuchado más allá del círculo de los discípulos. Esto no podía suceder. El pecado y la rebelión provocan inquietud. La paz invita a la quietud. La victoria de los líderes religiosos sobre Jesús era una victoria aparente y en su interior ellos lo sabían. ¿Y quién es el que puede impedir al Príncipe de Paz resucitar de los muertos? Ningún poder humano puede detener el poder de la resurrección.

Ulf Ekman


ORACIÓN: “Gracias Señor porque permitiste a Jesús probar la agonía de la muerte por mí, y gracias porque nada le pudo retener en la tumba. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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