EL SEPULCRO ESTÁ
VACÍO
“El primer día de
la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio
quitada la piedra del sepulcro. 2Entonces corrió, y fue a Simón Pedro
y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del
sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto”.
Juan 20:1-2
Temprano en la
mañana del domingo, seguramente a la salida del sol, el Sol de Gracia y Justicia
también fue levantado. Las cadenas del sepulcro y de la muerte fueron rotas.
Este era el tercer día después de la muerte de Jesús. Era la mañana de
resurrección. No existe nada igual en la historia de la humanidad. El pecado, la
muerte y Satanás han sido vencidos. El precio ha sido pagado. ¡Se
ha ganado la victoria! En la eternidad de las eternidades estaremos contemplando
los agujeros de los clavos en las manos de Jesús. Ellos estarán ahí por la
eternidad, inclusive en su cuerpo glorioso de resurrección. Jesús resucitó en su
cuerpo. El Espíritu de Dios le levantó de los muertos. A este día se refería
proféticamente el Salmo 2:7 que dice:”...Mi hijo eres tú: Yo te engendré
hoy”. Jesús vino a la vida como el primogénito de los muertos. Él fue
traído de vuelta a la vida para no morir jamás. El regresó victorioso sobre
Satanás, con las llaves de la muerte y de su reino. Él mismo dice: “y
el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los
siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis
1:18). La justicia eterna fue traída a la luz.
¡El sepulcro está
vacío! Las mujeres que se habían reunido a su alrededor se
asustaron. Y el ángel les dijo: “No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis
a Jesús, el que fue crucificado. 6No está aquí, pues ha resucitado,
como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. 7E id
pronto y de decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos…” (Mateo
28:5-7). Una enorme sensación de asombro y alegría crecía y crecía.
¡Verdaderamente Jesús había resucitado!
Ulf
Ekman
ORACIÓN: Señor,
la muerte no pudo retenerte y ha sido vencida por la eternidad. Gracias,
gracias, gracias Señor que has resucitado para darme Tú propia vida. En el
Nombre de Jesús ¡AMÉN!
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