jueves, 19 de abril de 2012

DEVOCIONAL DÍA 17 DE ABRIL



EL TIZÓN AL FUEGO


“Y Pedro le seguía de lejos”. Lucas 22:54b


Ahora la confusión era total en la mente de Pedro. Lejos quedaban los montes y el Mar de Galilea. Atrás quedaron también las multitudes que se juntaban a escuchar el Sermón de la Montaña. Atrás todas las sanidades y liberaciones y la ola de milagros en que estaba sumergida la nación. Pedro estaba sólo y asustado. Tenía tanto miedo que ni siquiera era capaz de huir. Le estaba siguiendo a cierta distancia. Detrás del miedo profundo había miles de preguntas. ¿Qué sucedería ahora? Hielo y frío externo e interno se asentaron al lado del fuego en el patio. Entonces le reconocieron. Un escalofrío recorrió su interior. ¡No, esto no puede suceder! Una chica con ojo detallista lo reconoció. Después otro hombre también supo quién era. Parecía como si las miradas de todo el mundo le acusaran. Como cuando a un animal que inexorablemente se le tira de la cadena y responde sacudiéndose en defensa propia en todas las direcciones.

El instinto de supervivencia se hizo cargo de la situación y triunfó la mentira. Pedro comenzó a jurar y maldecir. Su dialecto le había traicionado. No podía pasar desapercibido. Sintió cómo se hundía en el terreno enmohecido y pantanoso del egoísmo, donde cualquier cosa se permite para sobrevivir. Entonces, justamente entonces, cantó el gallo. Y precisamente en ese momento Jesús se volvió y miró fijamente a los ojos de Pedro. Un par de ojos llenos de amor, llenos de claridad y verdad. Nada podía haber sido peor, ¡nada! El corazón de Pedro se rompió y solamente pudo huir y llorar, llorar y llorar.

Ulf Ekman


ORACIÓN: Señor, Tú nunca me abandonas. Ayúdame a que yo nunca te abandone. Ayúdame a juntar y no a esparcir, confesar, no negar. Que cuando cometa un error y me avergüence de mi mismo, ayúdame a correr a Ti y no de Ti. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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