DEVOCIONAL DÍA 2 DE DICIEMBRE

CONSUELO DE LO ALTO

“Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. ²Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano del Señor por todos sus pecados”.

Isaías 40:1-2

A pesar de toda la apostasía y pecado, a pesar de todos los fracasos y decepciones Dios sigue siendo Dios. Y Él es Dios de misericordia y gracia. Él es como un Padre que se compadece de sus hijos pendencieros y rebeldes. A causa de todo el pecado, la apostasía y rebeldía viene la tribulación. Dios no nos atormenta. Él es la fuente de la vida. Pero cuando le dejamos, caemos en un desierto espiritual. La vida se seca. El gozo desaparece y la gloria se va. Por nosotros mismos no somos capaces de librarnos de ello, tenemos una necesidad desesperada de la ayuda de Dios. Si no fuera por la misericordia y la gracia del Señor estaríamos perdidos. Pero Dios nos habla palabras tranquilizadoras, llenas de bondad y perdón a Su pueblo agotado por el pecado y la rebeldía. Sus delitos han sido redimidos. Dios ha resuelto verdaderamente el problema del pecado por medio de la muerte de Jesús en la cruz. El acta de nuestra acusación ha sido clavada allí, y en su lugar recibimos una doble porción por nuestros pecados.

No es solamente que ha liquidado nuestra acta de pecado, sino que nos da el doble otra vez. Dios no solamente repara sino que da extra. Él hace mucho más, muchísimo más de lo que podemos pedir o pensar. El Señor ama a Su pueblo. Él vela sobre Su pueblo. El Señor tiene un tremendo cuidado de cada uno, una maravillosa capacidad para que cuando nos volvemos a Él, nos paga el pecado con doble gracia y nos restablece de tal manera que sobrepasa todo lo que nosotros podamos pensar o podamos merecer.

Ulf Ekman

ORACIÓN:

 Gracias Padre, porque Tú me hablas dulcemente y mi lucha ha terminado. Gracias porque tu amor me rodea por todas partes. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!