SIN SANTIDAD NADIE VERÁ AL SEÑOR
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al
Señor” Hebreos 12:14.
De la misma manera que el Espíritu Santo desea revelarnos nuestra
posición en Cristo quiere ayudarnos también en nuestro caminar por el
mundo. Nuestro andar con el Señor puede a veces oscilar de arriba abajo,
pero el plan de Dios es que paso a paso vayamos pareciéndonos más a
Jesús, no sólo exteriormente, sino también interiormente. Cuando tú y yo
hemos recibido a Jesús y hemos sido salvos la salvación continúa en forma
de santificación. Desde el momento que fuimos hechos hijos de Dios somos
santos delante de Él. Santo significa
separado. Hemos sido separados del
mundo para ser apartados
para Dios. Igual que los sacerdotes y levitas
eran separados para el servicio del Señor en el Antiguo Testamento,
nosotros hemos sido hechos santos, apartados para un real sacerdocio.
La santidad conlleva por un lado que hemos sido separados del mundo, y de
todo aquello que daña o echa por tierra nuestra vida espiritual, y por otro
lado que estamos dispuestos a realizar un servicio ante el Señor. La
santidad tiene que ver con la limpieza. El Señor no puede usar vasos sucios.
El vaso seguramente no es perfecto, pero lo que no puede ser es que esté
sucio. El vaso puede ser bonito o estar ricamente ornamentado, puede ser
sencillo o para el uso diario, esto no tiene nada que ver. La pregunta no es
si el vaso es imperfecto exteriormente, si no, si es lo suficientemente limpio
para poder usarse. Es por ello que el Espíritu Santo santifica, y lo hace tan
meticulosamente que quita de nuestra vida lo que impide que la vida
sobrenatural fluya en nosotros.
Ulf Ekman
ORACIÓN:
Señor, gracias porque Tú me has separado para realizar
un servicio santo delante de Tú faz. Muéstrame lo que esto significa
y dame gran gozo y celo para buscar Tú rostro. En el Nombre de
Jesús ¡AMÉN!
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