“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe,
mansedumbre, templanza… Gálatas 5:23-23ª.
El fruto del Espíritu viene de la vida del Espíritu. La vida del Espíritu viene
del Espíritu de Dios que mora en nuestro espíritu, nuestro corazón, nuestro
ser. Desde ahí fluye la vida hacia el exterior. Como la savia sube y da vida a
todo el árbol hasta la más diminuta rama u hoja, así el Espíritu de Dios da
vida a los creyentes. Esta vida produce frutos en nosotros. Estos frutos
provienen de la naturaleza de Dios, Su carácter. El fruto del Espíritu es el
rasgo característico y propio de Dios que pasa directamente a sus hijos. El
principal de ellos es Su amor. Es el resumen de la Ley. La cohesión del reino
de Dios. Es la fibra vital de todo lo que Dios hace y es:
ÉL ES AMOR.
El amor está dirigido hacia dos vertientes. Hacia Dios y hacia los demás. El
amor también está alejado de dos cosas, del
ego carnal y de la esencia del
mundo que es
el pecado. El amor no es lujuria. La lujuria es el placer
sensual que usa a otra persona para satisfacerse a sí misma. La lujuria
nunca está satisfecha. El amor se trasmite como una fuerza que tiene al
otro por objetivo, no como medio. Rápidamente se satisface porque no
tiene exigencias. El amor fue derramado en nuestros corazones en el nuevo
nacimiento. Sin el amor de la nueva vida nunca podríamos permanecer en
Dios. Le abandonaríamos y nos dedicaríamos exclusivamente a nosotros
mismos. Pero Dios ha implantado Su amor en nosotros. Esto nos guarda de
nosotros mismos, y si permitimos que crezca como un fruto en nuestra vida
muchos vendrán a comer de él y serán bendecidos.
Ulf Ekman
ORACIÓN:
Gracias Señor porque Tú deseas que crezca en tu amor.
Permite que tenga mucho fruto en mi vida para que verdaderamente
pueda ser una bendición para otros. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!
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