MUERTOS CON CRISTO
“Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea
destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” Ro. 6:6.
Para vivir con Cristo debemos morir con Él. Jesús no solamente murió
por
nosotros, Él murió también con nosotros. Cuando aceptamos lo
que Él hizo por nosotros, morimos con Él. Tú mueres a todo lo que
anteriormente te tenía cautivo. A una persona muerta no se le acusa,
ni se le sienta frente a un tribunal o se le juzga. Una persona muerta
no contesta a la calumnia, a la bofetada verbal, o al chismorreo o
difamación. Una persona muerta no siente las patadas que le infieren.
Una persona muerta no tiene necesidad alguna de estar en el centro,
tener poder o autoridad de forma carnal. Una persona muerta no
tiene realmente necesidad de nada. Está muerta. Esto es lo que
somos
en Cristo.
La solución para el problema del pecado, el mundo y el diablo es el
morir a todo ello. Pero cuando morimos recibimos vida. Una vida
totalmente distinta. Ahora ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí. Y la
vida que ahora vivo, la vivo en la fe del Hijo de Dios. La nueva vida
viene de Dios. Yo soy nacido del cielo. Por eso la nueva vida
pertenece a Dios. Dios tiene la prerrogativa sobre ella, yo no puedo
tenerla. Él determina todo lo relativo a ella, yo no puedo hacerlo. No
vivo más para mí mismo, sino en Cristo, por Cristo y mi nueva vida
es Su vida. En Él hay una vida que es maravillosa, ilimitada, plena de
amor y divinamente centrada. Estar unidos a esta vida es ser
cristiano y bíblico en todos los sentidos.
ORACIÓN: Gracias Señor porque tenías una solución para el
problema de mi pecado: morir a todo ello. Gracias por esta
nueva vida. Yo la vivo por ti, en Cristo. En el Nombre de Jesús
¡AMÉN!
Ulf Ekman
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.