“Por la fe dejó Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo
como viendo al Invisible”
Hebreos 11:27
Moisés tenía una ventaja en todas las batallas, en la oposición y las
situaciones tumultuosas que tuvo que afrontar:
él vio al Invisible. Y
debido a este asidero se sostuvo, se abrió paso, ganó victorias, alcanzó
metas, vio milagros, y vio las promesas cumplidas. Él vio lo que ninguno de
los otros vio. Faraón definitivamente no vio nada, él fue cada vez más
endurecido. Aarón y Miriam a veces adquirieron experiencia, pero no vieron
lo que Moisés vio. Los hijos de Israel vieron las señales, maravillas y
milagros, pero al siguiente día estaban hambrientos y sedientos de nuevo y
se habían olvidado totalmente de lo que habían visto. Vieron lo superficial,
no lo interno. Vieron las consecuencias, no las condiciones previas. Vieron el
resultado, no la causa divina. Igualmente Moisés veía lo invisible. Tú y yo
hemos recibido ojos internos. Con ellos, los ojos de la fe, podemos
igualmente ver a Dios, oír Su voz, sentir su Presencia. Esto compensa todo
lo demás. Compensa toda la presión externa, todas las dificultades de
fuera, todas las circunstancias adversas. Este es el mayor activo de los
creyentes.
Por la fe Moisés dejó tras de sí el sistema de gobierno de su tiempo que le
ofrecía seguridad, reconocimiento y disfrute; en su lugar vio las
oportunidades de Dios y escuchó Su voz. Encontró que los caminos de Dios
eran los más atractivos que había, pese a lo polvoriento y repulsivo que los
veía con sus ojos naturales. Y cuando lo vio, pudo sostenerse en su
elección. Los ojos de la fe transmiten una inesperada fortaleza en las
circunstancias difíciles externas.
Ulf Ekman
ORACIÓN:
Señor, abre mis ojos para verte donde otros solamente
ven dificultades. Quiero verte y estar contigo siempre cuando otros
se dan por vencidos y son arrastrados por las tentaciones de Egipto.
En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.