LA ORACIÓN CONSTANTE
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu”
Efesios 6:18ª.
La última parte de la armadura, la séptima, es la oración. No se denomina a
ésta como arma, sino como la manera o forma en que uno debe colocar
todo en la armadura. Debe hacerse en oración. Debe hacerse revistiéndose
de la verdad y desechando toda mentira. Por medio de revestirse de la
justicia y despojándose de la injusticia. Revistiéndose de disposición para
evangelizar y despojándose de toda indisposición. Revistiéndose con el
escudo de la fe y despojándose de toda incredulidad. Revistiéndose con el
yelmo de la salvación y despojándose de todo el pensamiento mundano.
Revistiéndose con la espada del Espíritu y despojándose de todo lo que está
en contra, reniega o es desobediente a la Palabra de Dios.
Ahora estamos listos, tenemos puesta toda la armadura y podemos hacer
frente a los días malos y guardar el campo. Tomar el campo es una cosa y
conservarlo es otra bien distinta. Exige persistencia y continua vigilancia.
Ahí es cuando entra la oración. Por medio del Espíritu Santo podemos orar
constantemente, tener siempre una actitud de oración, y estar siempre
involucrados en orar por otros.
La oración otorga grandes victorias. La oración derriba fortalezas. La
oración es un arma espiritual poderosa. Dios no hace nada en el mundo sino
por medio de la oración, así que cuando la Iglesia clama a Él toda la región
se transforma. Por eso el Señor desea que la llama de la oración arda, igual
que el fuego y el incienso ardían continuamente delante de la faz del Señor
en el Templo.
Ulf Ekman
ORACIÓN:
Señor, tú deseas que todo lo que hagamos esté
impregnado de oración. Por la oración la ofrenda tiene un olor
agradable a ti. Nuestra oración sube ante ti como el incienso y tú
respondes echando carbones encendidos desde tu altar. En el
Nombre de Jesús ¡AMÉN!
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