domingo, 7 de agosto de 2011

DEVOCIONAL DÍA 2 DE JULIO

DIOS TE SANTIFICA

“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo, y todo vuestro

ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la

venida de nuestro Señor Jesucristo” 1ª Tesalonicenses 5:23.

Cuando empezamos a seguir a Jesús vemos lo maravilloso y agradable que

es Él. Pero también vemos la distancia en que se encuentra nuestra vida de

la suya. Esto nos puede llevar a la depresión y la resignación. Fácilmente

bajamos nuestra mirada y vemos una y otra vez que esto va a durar poco.

No somos lo que realmente debiéramos ser. Pero la resignación no es

ninguna bendición:
”Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora

el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo”

Romanos 7:18.

Sin la ayuda del Espíritu Santo yo no puedo santificarme. Pero con Él mi

vida puede ser transformada. A veces uno se encuentra con creyentes que

han experimento el poder del Espíritu y te cuentan las señales y milagros

que han vivido, pero aún así, hay mucha carnalidad en sus vidas. Yo no

tengo derecho de juzgarles por esto. El Señor los ama y los usa. Pero a

pesar de ello, Él quiere cambiar cosas de nuestra vida que no le agradan. La

carne tiene una capacidad singular para refugiarse en frases piadosas y

referirse a lo que Dios hace como si fuera un crédito del que se sirven, y así

no desprenderse de su carnalidad.

El Espíritu Santo toma la Palabra, la espada del Espíritu, y revela todo

aquello que hay en nuestra vida que Él desea separar y limpiar. A menudo

luchamos contra esto porque nos avergonzamos de nuestras debilidades,

pecados y fracasos. Creemos que los demás nos rechazarían si conocieran

cómo nos encontramos verdaderamente. Queremos mostrar nuestro lado

bueno y de esa forma es fácil que vivamos bajo una máscara. De todo esto

el Señor quiere liberarnos y limpiarnos de forma que en su lugar seamos

revestidos de Cristo.

Ulf Ekman

ORACIÓN:
Dios mío, gracias porque Tú me ayudas a ser sincero

conmigo mismo de manera que pueda desprenderme de todo

aquello que impide tu obra en mi vida. En el Nombre de Jesús

¡AMÉN!

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