lunes, 22 de agosto de 2011

DEVOCIONAL DÍA 16 DE AGOSTO


LOS JUSTOS

“Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su

Padre. El que tiene oídos para oír, oiga”

Mateo 13:43

La Biblia tiene muchas y diferentes palabras para designar a los fieles. Aquí

Jesús nos llama
“los justos”. No somos justos por nosotros mismos, sino

que somos declarados justos en base a la muerte redentora de Jesús. Su

obra en la cruz es el único fundamento para nuestra justificación. Él es

Justo, y porque llevó nuestros pecados tiene la potestad de declararnos

justos y darnos Su justificación como una cualidad en nuestra vida. En otras

palabras, no existe absolutamente lugar alguno para el auto elogio o la

autoafirmación.
Es totalmente un don de Dios.

¿Quién son los justos? No son aquellos que han logrado trabajar con cierta

medida de capacidad, habilidad y santidad externa, sino aquellos que han

aceptado el don de Dios. ¿Crees en Jesús, le has aceptado? Entonces eres

tan justo como jamás vas a serlo. Tú serás santificado más y más, pero

nunca serás más justo que lo que eres hoy. Y es suficiente. La justicia de

Dios, que ha venido a ser tu justicia, te ha sido dada y no puedes añadirle

nada. Ni tampoco lo necesita. Dios no se impresiona por tus obras. Él está

impresionado y satisfecho por la obra de Jesús en la cruz por ti. Lo bueno

que tú haces, lo haces porque eres justo, no porque lo vas a ser. El bien

que haces es el resultado de lo bueno que Dios ha hecho
por ti en la

justificación y
en ti por el nuevo nacimiento. No es tu esfuerzo por agradar

a Dios lo que te hace más justo. Él ya está satisfecho por Jesucristo. Su

gracia es suficiente para ti. Sus méritos se te aplican. Su obra redentora te

cubre. Su amor te cobija. Su misericordia te ayuda. Has recibido una

posición de justicia que te ha sido dada. ¡Descansa en lo que Dios te ha

dado!

Ulf Ekman

ORACIÓN:
Gracias Señor, porque me has dado tu justicia. Yo nunca

la hubiera alcanzado, pero ella me alcanzó a mí. Gracias porque Tú

hiciste lo que yo nunca podría haber hecho. En el Nombre de Jesús
¡AMÉN!

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