lunes, 22 de agosto de 2011

DEVOCIONAL DÍA 8 DE AGOSTO


LA FE DEL CORAZÓN Y LA CONFESIÓN DE LA BOCA


“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.10Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”.

Romanos 10:9-10


A veces uno comprueba que muchas personas fijan en su mente un texto y luego simplemente lo repiten. Lo que Dios desea es que sus promesas descansen en lo profundo de nuestro corazón. Ahí es donde se hacen realidad en nuestro ser. Mezclamos las promesas con la fe y tu corazón se llena de convicción de que lo que Dios te ha mostrado va a ser una realidad. Este proceso es muy importante. Cuando has meditado la Palabra de Dios, “rumias” una promesa, entonces es muy normal para ti pronunciarla con tu boca. La has interiorizado en tu ser y ahora tienes la certeza, la convicción de que lo que Dios te ha prometido lo va a cumplir. Esto te llena de gozo mientras esperas, (igual que un niño espera por su regalo de Navidad), que el Señor te ayude para que sea todo como Él ha dicho. No existe ni la memoria ni nada mecánico en esto, sino un torrente que brota de nuestro interior.

La confesión de nuestra boca surge como resultado de la fe de nuestro corazón. No por memorizar o por nuestra fuerza de voluntad, sino como resultado de haber andado con el mismo Señor en comunión. Su Espíritu ha infundido en tu interior la fe en Su Palabra. El corazón sabe algo que la boca confiesa. Todo lo que ves a tu alrededor se ha realizado porque alguien ha creído que era posible, lo ha pensado y hablado. Así es en el reino de Dios también. Dios te muestra sus sueños. Tú le respondes con la fe de tu corazón. “Creí, por tanto, hablé”, (2 Co.4:13), dice el apóstol, y esa palabra que pronuncias da la oportunidad a Dios de actuar según Su palabra que está en tu boca y se hace realidad. No miras solamente cómo es la situación, sino cómo va a ser. ¡Dilo solamente!

Ulf Ekman


ORACIÓN:
Señor, ayúdame para hablar lo que pones en mi corazón. Gracias porque tú Palabra en mi corazón y pronunciada con mi boca es el material que tu necesitas para hacer milagros y crear algo nuevo. En el Nombre de Jesús ¡AMÉN!

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