“De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza,
a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al
vengativo”.
Salmo 8:2
Dios ha puesto un poder en la boca del hombre que derrota al enemigo.
Hasta en la boca de los niños pequeños reside este poder. Quiere decirse
que sin importar lo grande, imponente y terrible que el enemigo pueda
parecernos, una palabra puede derribarle.
No cualquier palabra, sino
Palabra de Dios en una boca de fe.
Aquí no se trata de pedir a Dios que
derrote al enemigo. Si no de que la Palabra de Dios, como una espada de
doble filo, salga de nuestra boca, como dice en Apocalipsis 1.16
“…de su
boca salía una espada aguda de dos filos…
respecto a Jesús. Esta
espada apunta contra el enemigo. Se trata de hablar Palabra de Dios
contras las circunstancias, ataques y tentaciones que surgen en el camino y
nos impiden hacer lo que el Señor nos ha llamado a realizar.
Cuando los ataques vienen contra nosotros nos sentimos pequeños. En
nuestra carne quisiéramos huir y abandonar. Caemos bajo la influencia de
aquello que nos asalta. Nos sentimos hundidos en vez de levantados y nos
convertimos en cola en vez de cabeza. Pero a pesar de que nos sintamos
pequeños hemos recibido armas poderosas. La Palabra de Dios en nuestra
boca es un poder que verdaderamente aniquila al enemigo. De la misma
manera que un pequeño policía puede parar un gran camión-remolque con
sólo levantar su mano, puedes hablar Palabra de Dios contra los ataques del
enemigo y éste tiene que ceder. El escudo de la fe apaga los dardos del
enemigo, y la Palabra que Dios ha puesto en tus labios tiene tal autoridad
que le da caza en su huída o fuga.
Ulf Ekman
ORACIÓN:
Gracias Señor porque has puesto un arma de victoria en
mi boca, Tú Palabra. Gracias Señor porque cuando hago uso de Tú
Palabra las fortalezas caen y el enemigo huye. En el Nombre de
Jesús ¡AMÉN!
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