lunes, 22 de agosto de 2011

DEVOCIONAL DÍA 15 DE JULIO

ALMA Y ESPÍRITU

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda

espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las

coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las

intenciones del corazón” Hebreos 4:12.

Una de las tareas de la Palabra es distinguir entre lo psíquico o carnal y lo

espiritual. En Romanos 8:7 dice:
“Por cuanto los designios de la carne

son enemistad contra Dios…”
Los pensamientos carnales no tienen su

fuente en Dios aunque estén adornados con textos bíblicos y de suficiente

apariencia religiosa. La mente carnal tiene el
ego y las aspiraciones

personales como su eje central. No se doblega y con frecuencia se reviste

de un lenguaje religioso. Pero en el fondo no obedece a Dios. Por ello Dios

quiere confrontar tu vida para que esto no la dañe.

Muchos cristianos no han entendido el proceso subyacente que el Espíritu

realiza cuando revela el motivo en nuestro interior. Con motivos erróneos

no vamos a ninguna parte. Nuestro
ego se interpone y no quiere que Jesús

se siente en el trono de nuestra mente y que Él decida. Por ello, esos

motivos deben ser sacados de mi vida. De forma que lo que Dios ha puesto

en mi corazón salga a luz y se haga realidad. Una de las cosas más

importantes que un creyente tiene que conocer es la diferencia entre el

alma y el espíritu. La diferencia entre una buena idea, o una idea de Dios.

La diferencia entre “logos” o “rhema”, es decir, la diferencia entre lo que es

una verdad universal o lo que realmente es palabra de Dios para mí y

ahora.

Cuando aprendo a hacer como Jesús, “solamente lo que el Padre me ha

dicho”, no lo que yo mismo he pensado o lo que yo mismo quiero, se abre

un mundo nuevo de paz, posibilidades, gozo y victoria. Entonces entro en

las
obras preparadas de antemano y Dios me ayuda como nunca antes.

¡Así la vida es emocionante!

Ulf Ekman

ORACIÓN:
Dios mío, enséñame a distinguir entre lo que viene de Ti

y lo que sale de mí. Ayúdame a ser sensible a tu voz y obedecer lo

que me dices sin tener miedo al fracaso. En el Nombre de Jesús

¡AMÉN!

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