ALMA Y ESPÍRITU
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón” Hebreos 4:12.
Una de las tareas de la Palabra es distinguir entre lo psíquico o carnal y lo
espiritual. En Romanos 8:7 dice:
“Por cuanto los designios de la carne
son enemistad contra Dios…”
Los pensamientos carnales no tienen su
fuente en Dios aunque estén adornados con textos bíblicos y de suficiente
apariencia religiosa. La mente carnal tiene el
ego y las aspiraciones
personales como su eje central. No se doblega y con frecuencia se reviste
de un lenguaje religioso. Pero en el fondo no obedece a Dios. Por ello Dios
quiere confrontar tu vida para que esto no la dañe.
Muchos cristianos no han entendido el proceso subyacente que el Espíritu
realiza cuando revela el motivo en nuestro interior. Con motivos erróneos
no vamos a ninguna parte. Nuestro
ego se interpone y no quiere que Jesús
se siente en el trono de nuestra mente y que Él decida. Por ello, esos
motivos deben ser sacados de mi vida. De forma que lo que Dios ha puesto
en mi corazón salga a luz y se haga realidad. Una de las cosas más
importantes que un creyente tiene que conocer es la diferencia entre el
alma y el espíritu. La diferencia entre una buena idea, o una idea de Dios.
La diferencia entre “logos” o “rhema”, es decir, la diferencia entre lo que es
una verdad universal o lo que realmente es palabra de Dios para mí y
ahora.
Cuando aprendo a hacer como Jesús, “solamente lo que el Padre me ha
dicho”, no lo que yo mismo he pensado o lo que yo mismo quiero, se abre
un mundo nuevo de paz, posibilidades, gozo y victoria. Entonces entro en
las
obras preparadas de antemano y Dios me ayuda como nunca antes.
¡Así la vida es emocionante!
Ulf Ekman
ORACIÓN:
Dios mío, enséñame a distinguir entre lo que viene de Ti
y lo que sale de mí. Ayúdame a ser sensible a tu voz y obedecer lo
que me dices sin tener miedo al fracaso. En el Nombre de Jesús
¡AMÉN!
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